Cuando la pandemia arrasaba Europa, el año anterior, leí una entrevista que hicieron a Fernando Savater, publicada en El Universal el 25 de julio. Las preguntas indagaban sobre su presente y perspectivas que avizoraba el filósofo español para el mundo y los seres humanos.

Desde el título me desconcertó, porque en aquel momento, como recordarán, había una epidemia de buena onda, de solidaridad, de aplausos para el personal sanitario, gestos emotivos que se viralizaban de inmediato y un redescubrimiento de las maravillas de la naturaleza cuando el hombre se aleja de ella.

Fernando Savater, doctor honoris causa por la Universidad de Colima, era escéptico. El título de la entrevista es elocuente: “Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor”.

Sus opiniones convocan reflexión: “No creo que vayamos a salir más fuertes ni más buenos. No. Vamos a salir más pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países”.

La historia es sabia y respalda en algún sentido las interpretaciones del filósofo. El siglo 20 fue escenario de dos guerras mundiales, de crisis económicas y conflictos bélicos permanentes, sin embargo, no podemos afirmar que en el 21 hayamos emergido más sabios, tolerantes y respetuosos con el medio ambiente o la especie humana, por ejemplo.

A los sistemas educativos, territorios vinculados orgánicamente con la realidad, les sucede lo mismo. Ese contenido áspero del siglo pasado (como los extraordinarios progresos en la ciencia y tecnología) no fue marco para una transformación radical y muchos seguimos pensando, como Juan Amos Comenio en su Didáctica magna del siglo 17, que las escuelas no responden al fin para el que fueron creadas, no en nuestros países, no con la solvencia que sería preciso o deseable.

¿Hemos aprendido, estamos aprendiendo las lecciones de la pandemia, para lograr una transformación de los sistemas escolares?

Cada cual tendrá sus respuestas o hipótesis. Compartiré las mías en la siguiente colaboración para Hermes.