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Eliminar la escolta escolar

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Esta vez escribo sobre un tema del que sé poco. Tal vez por eso elegí un título que podría provocar algún escandalillo; o se puedan juzgar incomprensibles mis atrevimientos. La propuesta es simple: eliminar las escoltas escolares tal como las conocemos, un exclusivo club de los niños y niñas más aplicados, más altos, mejor portados.

En la más reciente reunión de padres de familia a que asistí se abordó el tema y me llamaron la atención los comentarios. No tenía idea de que ese tipo de decisiones dieran pie a interpretaciones y sentimientos encontrados; que para muchas mamás, la pertenencia de sus hijos a la escolta fuera muy significativa. Lo es, y tanto que hasta exámenes de concurso se realizan para elegir a los integrantes.

Mi razonamiento es diametralmente distinto. Estoy convencido de que un ejercicio cívico no puede o debe convertirse en botín al que solo tienen acceso unos cuantos, gracias a sus méritos que, por otra parte, no se pueden regatear. Pero si sabemos que los rendimientos escolares son producto de condiciones del entorno familiar y social, de los maestros, y que no solo reflejan la capacidad y aplicación del estudiante, entonces, nada pasaría si convirtiéramos la participación en la escolta como oportunidad de la que pueden disfrutar más estudiantes, y no solo seis a lo largo de un año. La cosa es peor cuando los criterios son la estatura uniforme o reglamentarios anacronismos semejantes.

Hay otra razón de peso: a la escuela básica no se va a competir contra otros niños, sino a aprender juntos, a jugar juntos, a socializar, para aprender los indispensables valores del respeto a la identidad y las diversidades. Participar en las escoltas podría convertirse en un ejercicio democrático donde los estudiantes del grupo correspondiente, con reglas hechas por el colectivo, elegirían a sus representantes, y luego, a esos niños los entrenarían durante la semana o dos semanas previas, y ¡listos para los honores a la bandera! Con el uniforme sencillo, sin guantes, adornos ni esas extravagancias anticuadas. Y sin concursos para ver qué grupo hizo la mejor actuación o dispuso la escolta más elegante. Una experimentada maestra de grupo en primaria, con quien converso del tema, me ofrece otro par de argumentos: un alumno es un niño que no debería preocuparse por ser perfecto o parecerlo; el niño debería ser feliz y disfrutar la vida escolar. Además, la escuela debe ocuparse de que todos tengan las mismas oportunidades de vivir y experimentar las diversas actividades escolares sin temor a cometer errores, pues es la edad idónea para aprender de ellos.

En momentos como estos, de turbaciones sociales, de crispación y violencia en el entorno y a veces dentro de ella, la escuela debe desterrar cualquier práctica que divida y estigmatice, debe suprimir todos los muros que aíslan. Si me dicen que la vida real es así, entonces que no se les ocurra insinuar que deben agregarse al currículum clases de tiro o cómo sortear autos en motocicleta para escapadas veloces.

No está mal recordar e insistir en aquella excepcional definición que don Pablo Latapí nos dejara de la buena educación, esa que solo se consigue cuando se desarrollan con toda la armonía posible la inteligencia, el carácter, las emociones y la libertad.

Elimínese, pues, la escolta escolar; háganse muchas escoltas, como semanas tenga el ciclo lectivo. Comprometamos a todos, a la mayor parte de los niños, y démosles la oportunidad y la responsabilidad de participar en una actividad para la indispensable formación cívica que tanta falta nos está haciendo, en las calles y en las oficinas donde se gobierna (o desgobierna).

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1 Comment

  1. ALMA MORFIN

    DE ACURDO CON USTED MAESTRO, OJALA Y DE VERAS CONSIDEREN ESTA ESTRATEGIA PARA QUE TODOS LOS NI@S DE CADA GRADO PARTICIPEN BIEN POR ESTA PROPUESTA. HACE ALGUNOS AYERES CUANDO YO ESTABA FRENTE A GRUPO, A CADA MAESTR@ LE TOCABA UN LUNES E INICIABAN POR LOS ALUMNOS DE 6o. GRADO HASTA LLEGAR CON LOS ALUMNOS DE PRIMER GRADO ACTIVIDAD QUE CADA MAESTRO DISFRUTABA POR VER A SUS ALUMNOS CHIQUITINES EN LA SEMANA QUE LES CORRESPONDIA, Y CLARO NO IMPORTABA CALIFICACION, SIMPLEEMENTE INTERES, DEDICACION Y RESPONSABILIDAD.

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