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Escuelas privadas y pandemia

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Desde hace un buen tiempo sostengo que las escuelas particulares en México son más libres que las públicas. En el nivel superior, la expresión puede ser escandalosa pero es real: son más autónomas –de facto– las privadas que las públicas, porque no dependen del presupuesto estatal ni tienen que ceñirse a las obligaciones abiertas o encubiertas. Su libertad para ofrecer carreras, definir tiempos, planes de estudio, matrículas, costos y contratar profesores no pasa por ningún control externo.

Con la contingencia pedagógica a que obligó la pandemia, la libertad de las escuelas privadas fue mayúscula. La Secretaría de Educación Pública decidió el fin del ciclo escolar y las escuelas privadas, sin control, decidieron continuar y seguir cobrando la colegiatura mensual. ¿Eso es admisible, legal, correcto? Dejo ese tema a expertos en temas jurídicos y contables. Voy al ámbito conocido: lo pedagógico.

¿Qué hicieron distinto las escuelas privadas para concluir el ciclo escolar? No lo sé, confieso mi ignorancia. No he leído una crónica, reportaje o nota periodística que ensalce las virtudes de los programas para continuar el ciclo escolar en las escuelas privadas mexicanas. Ni uno solo. Tengo experiencia con las escuelas de mis hijos, pero no sería válido generalizar a partir de dos escuelas.

Durante la pandemia, en las escuelas públicas han ocurrido cosas extraordinarias. He tenido oportunidad de leer lo que hicieron en escuelas, supervisiones y unidades de servicios de apoyo a la educación regular para mantener la relación entre maestros, familias y niños. Me admira la vocación y el profesionalismo. En contextos precarios lograron, en los casos que conocí, resultados alentadores, no tanto por aprendizajes, sino por esfuerzos e imaginación. Los aprendizajes ya serán valorados en otros momentos.

¿Y las escuelas privadas qué hicieron? Ya dije. No lo sé. ¿Qué harán el próximo ciclo escolar? Esa es mi pregunta por razones profesionales y estrictamente personales. ¿Harán algo distinto? ¿Les alcanzará la imaginación y el coraje para atreverse?

Si no es así, de poco habría servido tanta libertad y la dosis de autoritarismo consentido por los padres y un marco legal más flojo que el peor.

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