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Violencia y escuelas

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

El viernes anterior fui entrevistado para un programa nocturno de radio; el tema: repercusiones de la violencia en el aprendizaje de los estudiantes. No es el más recurrente en mis reflexiones, aunque el fantasma de las distintas violencias en el territorio de la escuela es motivo de alerta.

Quienes seguimos las noticias educativas estamos acostumbrados a que rebrote el asunto cuando hay sucesos fatídicos o escandalosos al interior de los centros escolares. Esta vez, la violencia en las calles de nuestras ciudades obliga a detenerse.

Durante quince minutos intenté transmitir tres ideas. Primero, que los afectados por la violencia social que circunda familias y escuelas son los estudiantes, pero también los profesores. Ambos, alumnos y maestros, aprenden y enseñan con la cabeza, el cuerpo y las emociones, que se alteran en situaciones de conmoción social.

En segundo lugar, que la violencia ya estaba instalada alrededor de las escuelas. Así lo constatamos en 2018 cuando, desde el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, conversamos con profesores de algunas instituciones para analizar el abandono escolar. En ese momento, en especial en Tecomán, nos contaban las vicisitudes de muchas familias víctimas de la violencia que habían dejado como secuela el abandono de los estudios. Es entendible. No creo que deba explicarse más.

En tercer término, que la violencia es una forma de relación social indeseable e inocultable, que debemos encarar convirtiéndola en ocasión para el aprendizaje. Dicho en lenguaje pedagógico: en contenido, para provocar reflexiones sobre convivencia, orden, civilización, legalidad, respeto, normas o dignidad, entre otros propósitos.

Como saben los maestros, el tema de la violencia no es novedoso. Está vivo, luego duerme un poco, pero renace con intermitencia, como ahora. Hace días un estudiante de secundaria en la Ciudad de México ingresó a su escuela con un arma y se lesionó, por suerte, sin daños mayores. Entonces, la noticia se repitió en los programas noticiosos.

Es enorme la lista de hechos violentos en escuelas mexicanas, europeas y, sobre todo, de Estados Unidos. Las lecciones parecen no aprenderse, mientras los daños resultan irreparables.

La violencia no es un problema que crea la escuela, aunque con frecuencia se ponga en el ojo público por el acoso escolar, pero es ella, la institución educativa, espacio imprescindible contra la barbarie.

Cuando se escribió la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), los redactores declararon en el primer párrafo: “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”.

La declaración es una tarea civilizatoria y pedagógica. Es también responsabilidad de los profesores, y el momento de actuar para tratar de lograr aquel cometido de la UNESCO: erigir la paz en las mentes y en los corazones de las mujeres y los hombres.

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