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¿Desatinos pasajeros o permanentes en la política educativa?

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Si después del largo confinamiento pedagógico por la pandemia persisten los desatinos en la conducción de la política educativa del país, tenemos fundadas razones para la preocupación por el presente y el futuro de nuestro sistema escolar y sus millones de estudiantes.

El encierro en casa para estudiar con un programa más o menos desarticulado e improvisado, produjo un montón de efectos cuyas consecuencias no conocemos todavía, en sus múltiples dimensiones, en especial, en el aprendizaje de los niños y jóvenes.

¿Cuánto aprendieron los niños y cuánto dejaron de aprender? Averiguar qué ganancias y pérdidas pedagógicas trajo la pandemia es una de las primeras tareas en la vuelta a la presencialidad.

Cuando se rompe una piñata en las fiestas infantiles, todo mundo celebra los palos de ciego, las burlas sobre quien, palo en mano, intenta atinarle y romper el cántaro o la caja envuelta en papeles multicolor. Las caídas son motivo de risotadas unánimes.

Pero cuando los palos de ciego son dados por profesionales o políticos que tienen la tarea de conducir un sistema o una de sus partes, las caídas son un garrotazo al colectivo.

No festejo que la política educativa siga extraviada y acumulando desaciertos en este gobierno. Son varios los saldos rojos: presupuestos insuficientes para programas estratégicos, sin evaluaciones previas que lo sustenten; esclerosis en los procesos de ingreso y promoción de docentes; libros de textos fallidos; modelo educativo de papel; estrategia errática frente a la pandemia. Otros me parecen delicados: simulación, triunfalismo y opacidad.

La secretaria de Educación Pública dicen que fueron pocos porcentualmente los estudiantes que abandonaron la escuela, pero no ofrece datos. Porque no los tiene o porque no quiere mostrarlos. En cualquier caso, la conducta es inaceptable en una sociedad democrática.

Llegamos al final del segundo año escolar en pandemia pero no terminan los desafíos. El próximo ciclo, los próximos, tendrán que replantearse ante los rezagos y retos. ¿Habrá una renovada capacidad o ya podemos sentarnos a mirar el estrepitoso desastre?

No lo sé, en todo caso, espero que Colima obtenga una nota alta y sea ejemplar con el nuevo gobierno educativo. No por ellos, por quienes gobiernen, sino por los casi 200 mil estudiantes que volverán a las aulas, por su presente y futuro, que es nuestro legado.

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