Leyendo cierta prensa de mi país en estos días recordé a Nelson Mandela cuando dijo: la prensa es el reflejo oscuro de la realidad.
A pesar de su concepto sobre la prensa, Mandela insistía: pero debemos leerla, para saber cómo piensan quienes nos dominan o lo pretenden.
La idea del líder sudafricano camina a contracorriente de quienes prefieren abstenerse de leer la prensa que no comparta sus convicciones.
Es parte de una cultura política intolerante y cerrada al diálogo, donde sólo se lee o escucha a quienes piensan igual.
Es el caso de los políticos o gobernantes que ensalzan la crítica y la libertad de expresión: siempre y cuando no sean ellos el blanco.
¡Qué distinto al pensamiento de Pablo Latapí: el que no piensa como yo me ayuda!
Claro: Latapí era un educador, y los políticos… pues eso.
La lección de Mandela es una invitación al estudio, al esfuerzo permanente: para derrotar al adversario hay que conocerlo en sus entrañas.
Paulo Freire nos recordó magistralmente que la educación tiene una naturaleza política, y que hay preguntas obligadas.
Freire invitaba a preguntarnos: por qué se educa, para qué, a quiénes se educa, cómo, pero también, contra quiénes se educa.
Me recuerda a Savater cuando dice: nos educamos siempre, el problema es que los malos lleguen primero que los buenos.
Por cierto, encuentro semejanzas entre el pensamiento y el lenguaje de Mandela y Freire.
Para Mandela seguía vigente el lenguaje proscrito de “oprimidos” y “opresores”, que Freire analiza en “Pedagogía del oprimido”.
Por ahora, parece que los malos van ganando, pero la otra lección de Mandela es esperanzadora: también puede ganar la dignidad.
Rosario
Me gusta y me lleva a la reflexion del momento que vive nuestro México lindo y herido