La suspensión de clases por un mes es decisión acertada del gobierno federal. Queda la duda si esos tres días laborales al regreso del puente eran necesarios, o mejor dedicarlos a organizar el trabajo para la segunda parte del ciclo escolar, solo con maestros. La determinación ya se tomó y confiemos ahora en la capacidad y responsabilidad de los colectivos.
Parar un sistema educativo, con más de 35 millones de estudiantes y 2 millones de educadores, es una decisión contundente que servirá a los objetivos cruciales de ralentizar la propagación.
Cuando está de por medio la salud de la población, ninguna precaución sobra. Es preferible pecar de cautos a tentar riesgos incalculables.
No será, pero lo ideal es que este problema, que todavía algunos minimizan, nos encontrara como un solo cuerpo, al margen de divisiones estériles y, a veces, pueriles.