He tenido una dura jornada laboral, desde las 8 y hasta ahora, que llego a casa. Cansado, sí; un poco aburrido, también. Sin haber comido todavía. Puesto a confesar liviandades: decepcionado. Me
Las fechas de abundante fútbol que observamos en Europa y América, de calidades disímiles, han dejado momentos gratos y un gran hueco en el estómago con el anuncio de que el mejor jugador del
Lunes por la tarde. Bajo del auto y abro la puerta de mi hijo. Con desenfado arrastra su mochila de la escuela, cargo la mía y avanzamos a casa. En la puerta, un papel cubre la cerradura.
En algún punto de la carretera, en el viaje de regreso a Ciudad de México, apago la voz de Jorge Rojas que escuchaba una hora atrás. Abro El cazador de historias, con la emoción de quien acude al
I. Cuando me acercaba al silbatazo final de la novela, exactamente en el capítulo 36, página 349, detuve la lectura, bebí lento y me pregunté: ¿cómo diablos va a resolverse el caso, es decir,