Un texto breve pero intenso, fechado el 21 de junio de 1918, dirigido a “los hombres libres de Sud América”, constituye uno de los más emblemáticos legados del siglo XX latinoamericano y de la juventud argentina, protagonista del movimiento que impulsó la Reforma Universitaria de Córdoba, punto y aparte en la historia de la universidad.
Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen, dice inicialmente el documento titulado “Manifiesto Liminar”, y en ese tono denuncian los hechos que acontecían en el panorama universitario cordobés y que desembocaron en una ilegal elección del rector de su Universidad Nacional.
Su descripción de las instituciones universitarias es una severa crítica social que produjo la pluma de un no tan joven llamado Deodoro Roca: “Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos –y lo que es peor aun- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes, que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil”.