La lectura es buena compañera de los insomnes; no cura el insomnio, pero puede curar al lector. Por lo menos eso intento. Mis evidencias fortalecen la hipótesis.

Con la lectura se puede aliviar el aburrimiento, bajar el estrés o la ansiedad y, en algún punto de la madrugada, apurar el lento arribo del sueño.

Así comencé el día, la semana. Madrugada silenciosa. Un par de pequeños libros (en extensión), pero valiosos en contenido me hicieron menos impaciente la hora del descanso: “El jardín del profeta”, del poeta y pintor libanés Gibran Khalil Gibran, y “El libro de las preguntas”, una de las obras póstumas de Pablo Neruda.

Agotado, hambriento de sueño, seguí con Fernando Savater: “¡No te prives! Defensa de la ciudadanía”.

De los dos primeros volvería al de Neruda. Y con Savater me interesa el tema, por los tiempos electorales aquí, porque mi curso en la universidad es justamente “Formación Ciudadana”. El primer tercio del libro son reflexiones sencillas, actuales; aunque ubicadas en el contexto ibérico permiten extrapolaciones fáciles.

Después del privilegio de conocer al filósofo español, cada nuevo libro que encuentro me resulta más placentero, un acto personalísimo, como aquella larga y relajada conversación que sostuvimos frente al mar de Armería, con unos espectaculares mariscos típicos de Colima y el mejor vino tinto español.