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Segundo periodo rectoral y ecos de Irene Vallejo

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Visto en Facebook, el “Me encanta” sería insuficiente para sintetizar mis emociones por el cierre artístico de la toma de protesta del segundo periodo de Christian Torres Ortiz Zermeño, rector en la Universidad de Colima.

La magistral performance, sin mayores artilugios que el cuerpo, la habilidad y sensibilidad de los artistas, provocaron el mejor sabor para una etapa que se inauguró en la Universidad este mediodía sabatino. ¡Aplausos de pie para ese grupo de chicos, chicas, que regalaron un colofón estupendo!

La sesión tuvo un presídium de lujo, con el secretario de Educación Pública y la subsecretaria de Educación Superior, así como el secretario general ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. El discurso del rector, dibujando el plan de trabajo para su periodo, y la intervención de Mario Delgado, merecen comentario aparte por las implicaciones, los desafíos trazados y las promesas en el aire.

Celebro que el derecho a la educación y la participación de la Universidad aparezcan en sitio protagónico, que se esbocen apuestas para que Colima avance en el acceso y permanencia escolar de miles de nuevos estudiantes. En efecto, la educación es el camino hacia un futuro distinto. No hay tiempo para desperdiciarlo.

La infinita Irene
En el marco de las Jornadas Académicas que realiza la Universidad de Colima cada periodo intersemestral, los organizadores tuvieron el tino de incluir la grabación del encuentro con profesores de la escritora española Irene Vallejo, doctora honoris causa por la máxima de casas estudios colimense. El título del coloquio es elocuente: “Encuentro con la infinita”, juego de palabras por la obra magna que escribiera la filóloga zaragoza y universal: El infinito en un junco, con millones de lectores en el mundo, traducida a decenas de idiomas y que solo en España hace unos días alcanzó la reimpresión 51.

Como en aquella noche del 3 de diciembre en el Archivo Histórico de la Universidad, en esta ocasión reviví emociones por la palabra y sensibilidad de Irene Vallejo. Su respuesta a cada una de las preguntas no cerraba ni concluía, abría, invitaba a reconocer la dimensión ética, con sapiencia intelectual y pedagógica. La palabra de Irene es docencia pura, con razón y pasión.

Como entonces, nos confirma que en tiempos de inteligencia artificial y revoluciones de todo tipo alrededor de la escuela, la palabra del docente es la llave para tocar las fibras de los estudiantes y convocarles al proceso maravilloso de la transformación, al tiempo que el maestro, siendo acompañante, se convierte en primer aprendiz.

El mensaje de Irene, pedagogía literaria, literatura también pedagógica, es una lluvia mansa de esperanzas que reivindica el poder transformador de las escuelas y su magisterio.

 

 

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