En la imaginaria película de mi vida la música tiene sitio protagónico. Criado entre dos hermanas, primero de la familia, primero en salir de casa y del pueblo, tuve escasos interlocutores constantes. Aunque nunca me faltaron amigos, la compañera excelsa de los primeros veintitantos años de la vida fue mi madre, pero ella, amiga y más fue, antes que todo, ternura y comprensión.
Allí, en esa relativa orfandad, la música encontró espacio para volverse imprescindible: compañía, energía, solidaridad en el dolor, arrebato frente a injusticias percibidas con alerta indignación juvenil.
La música y poco a poco la lectura y la escritura me volcaron en un mundo del que apenas lograron zafarme las muchachas en flor que por momentos me desquiciaron temporalmente. Cuando todo volvía a la normalidad y bajaba la calentura emocional estaban en casa mi leal madre y la música que acumulaba con los pesos que me sobraban, nunca muchos porque competían con libros que ansiaba leer.
Ni entonces ni hoy fui de gustos extendidos. Aunque no evado experimentos o probar otros sabores, infrecuentemente los incorporo al arsenal más íntimo.
De entonces, de esos distantes pero indispensables años viene mi afición por el cantautor más antiguo en querencias: Joan Manuel Serrat, el niño mimado del Poble Sec, como recita irónico y admirada el genio de Úbeda, Joaquín Sabina, el otro monstruo español que idolatro.
Mi baraja musical es pobre, se agota en los dedos de ambas manos, pero soy fiel a muerte. Joan Manuel Serrat ocupa un trono que solo podría disputarle el citado Sabina. Y juntos, no podría ser distinto, acaparan el soundtrack vital.
Hoy Juan Manuel, Joan Manuel, el Nano, cumple 73 años. No lo recordaba; he leído suficiente como para no olvidarlo, pero lo extravié. Twitter me lo recordó en sus tendencias, y cuando lo leí, juro, sentí un frío recorrerme ante la idea de que se hubiera ido. Por fortuna para nosotros, para él, nada más cumple 73 y yo, conmovido, solo tengo palabras de alegría y gratitud.
¡Felicidades al maestro Serrat! Y el personalísimo agradecimiento por la compañía entrañable en una larga aventura que va de los años donde abandonaba la niñez, hasta la madurez más gozosa que jamás pude imaginar.
Balvanero
Dentro de un contexto de tan malas noticias, la vida que se celebra y canta en Joan Manuel Serrat es una muy buena noticia.
Gracias por recordarlo Juan Carlos.
Saludos