En el viaje a la facultad converso con el conductor del Uber. Es uno de los dĂas finales del semestre escolar. Pregunta si soy profesor. Le digo que sĂ, que enseño en PedagogĂa. Me cuenta que Ă©l
Después de un largo viaje, con doce horas entre carreteras y esperas en terminales, llegué a mi destino. Cansado y hambriento busqué la puerta de salida. Eran casi las diez de la noche. Subà al
Antes de la pandemia la caminata matutina era un hábito disfrutable. Luego parĂ©. El miedo y la angustia nos dominaban. VolvĂ, o intentĂ©. No fue igual. Intermitente, iba y venĂa por las calles,
A Elizabeth Romero Santana la conocĂ en los pasillos de la Facultad de PedagogĂa. Conservo gratos recuerdos: atenta, respetuosa, diligente en sus labores, inteligente. Siempre alegre, de risa
Esta tarde soleada de viernes o sábado, no sĂ© con exactitud, sentado frente al mar, en una playa con la cantidad mĂnima de gente, tomo mi libro de Juan JosĂ© Millás y Juan Luis Arsuaga: La
