Ayer comencé la última revisión del que, espero, será mi nuevo libro. Perdonen la fatuidad, pero me hace muy feliz llegar al final de una etapa en este proyecto y no pude dejarlo fuera de este Diario.

El libro, de poco más de 100 páginas, es una mezcla de memoria, anecdotario y balance de mi paso por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, al cual dediqué tres años, un periodo pletórico de aprendizajes y satisfacciones, con muchas lecciones que sigo valorando.

Para ser sincero, no busqué el proyecto. Llegó a mi cabeza en diciembre de 2018, cuando empezaba las vacaciones y advertía el destino que le había marcado el naciente Gobierno Federal, luego sellado por el Congreso de la Unión.

En el libro convergen dos dimensiones de mi vida en el Instituto: la trayectoria de nuestra Dirección estatal y cómo aprecio algunas actividades del Instituto, incluido su desenlace. Una valoración que pretende ser testimonio desde un punto de la geografía nacional y en el espacio periférica de la institución donde me tocó participar.

Puertabierta me ofreció la posibilidad de publicarlo y decidí que así sea. Esta vez será un libro electrónico y de descarga gratuita. Espero que muy pronto pueda estar listo en el portal de la editorial y en mis redes sociales.

Mientras llega el momento, disfruto la revisión y corrijo todos los detalles, elimino todas las palabras excedentes y procuro la mejor escritura.

En esta época aciaga el libro será, personalmente, una manera de darle un sentido de alguna forma terapéutico, dentro de la preocupación y el pesar.