El lunes 30 de noviembre presentaremos ante la comunidad de la Facultad de Pedagogía, en la Universidad de Colima, el libro conmemorativo con el título de esta columna. La tarea de coordinación fue de su director, Francisco Montes de Oca, y de quien escribe. A continuación, les comparto el texto introductorio.
Presentación
En 2015 la Facultad de Pedagogía cumplió 30 años. La primera escuela superior que fundó la Universidad de Colima fue Derecho, pero la primera con el rango de facultad es la nuestra, al ofrecer estudios de posgrado en educación. Conmemorar el acontecimiento ameritaba un ejercicio colectivo de reflexión. Así lo hicimos en el libro Memoria y presente. Tres décadas de Pedagogía en Colima, en el cual varios profesores escribimos capítulos desde diversos ángulos. Por su naturaleza no cabían todos los temas, pero dejamos constancia de progresos y desafíos.
En 2020 la Facultad sigue madurando: la licenciatura permanece como programa acreditado por su calidad; los resultados de los egresados en el examen general de egreso la mantienen en el padrón del Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior, y a la oferta se sumó la Maestría en Innovación Educativa, incorporada recientemente al Padrón del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Los avances son notables, pero los desafíos también crecieron, especialmente en este año en que el mundo se sacudió y sigue perplejo ante los efectos devastadores de la pandemia provocada por el COVID-19, cuyo saldo en infecciones y muertes en el país desbordó todas las predicciones, incluso, las más catastróficas que suponía el Gobierno Federal.
Al contexto de austeridad que signa los años previos, con las dificultades que produce en el campo educativo, como la imposibilidad de renovar instalaciones, equipamiento o contrataciones de profesores, debemos sumar el enorme reto de migrar de las aulas a un trabajo basado en modalidades no presenciales. Por otro lado, fuera del campus universitario, observamos las terribles desigualdades que pueden profundizarse y afectar las condiciones de la ciudadanía y de jóvenes que podrían truncar sus esperanzas de una carrera universitaria.
El contexto no ha sido fácil nunca, pero era más o menos predecible. La pandemia rompió esas certezas relativas, reconfigurando el tablero, las piezas y las propias reglas del juego. Tendremos que salir adelante, por supuesto, y lo haremos, aunque todavía debemos construir un horizonte pedagógicamente adecuado, profesionalmente pertinente y socialmente relevante.
A los desafíos que tuvo la educación superior, de cobertura, calidad, pertinencia y financiamiento, debemos sumarle esta condición pandémica frente a la que el mundo sigue vulnerable, como los sistemas educativos.
Ese es el inusitado escenario en el cual festejamos los 35 años de la Facultad. Nos habíamos propuesto una celebración especial, eligiendo a Paulo Freire como el homenajeado. En marzo tuvimos que abandonar aulas, cubículos y oficinas para salvaguardarnos del coronavirus y concluir el semestre en cur- so a través de pantallas. La celebración pasó a segundo término frente a lo urgente; pero un nuevo libro ya estaba en ciernes: 35 años de Pedagogía. Balances y perspectivas.
A diferencia del tomo anterior, incorporamos voces de estudiantes, distintas posturas y desafíos vigentes. En los dos primeros capítulos encontramos las opiniones de los jóvenes. Un apartado para leer con calma y pluma en la mano, o un teclado, para aprender de sus ideas y perspectivas.
Después, una egresada comparte su periplo por Argentina, durante el año que realizó movilidad académica en la Universidad Nacional de Luján. Egresados de distintas generaciones también expresaron sus valoraciones y, con la mirada equilibrada por tiempo y distancia, ofrecen un conjunto de líneas para la revisión de la Facultad. En otro capítulo se presenta una radiografía de las 35 generaciones y los 1,890 mujeres y hombres formados en sus aulas. Un capítulo reconoce a los estudiantes que obtuvieron las mejores notas y el premio Peña Colorada, así como las distinciones y logros del profesorado.
Dos temas más son abordados por varios colegas: la calidad de nuestra licenciatura, de acuerdo con las evaluaciones que ha tenido para su acreditación, así como las tecnologías aplicadas a la educación y su evolución en la Facultad, desde lo que proponen como facultad 1.0, hasta los retos que agudiza el COVID-19.
La última parte cierra con una reflexión crítica donde se mezclan los análisis sobre la universidad como institución social, las universidades mexicanas y el papel que tendría que jugar la Facultad en la reinvención de nuestra Universidad para este momento.
Nuestro festejo es doble, ya se sabe, porque también la Universidad de Colima cumple los primeros 80 años de vida. Con este libro refrendemos el gozo por las tareas cumplidas, pero también el ineludible compromiso de ejercer el derecho y la obligación de pensar a la Universidad, a la Facultad y de pensarnos en ella, para que el presente sea el mejor cimiento de un futuro más luminoso, en una hora donde las universidades no pueden fallar.