La nota sobre los cientos de miles de estudiantes que abandonan el bachillerato, los rechazados de las instituciones de educación superior y la publicación de los resultados del cuarto concurso nacional para el otorgamiento de plazas docentes en educación básica pusieron de nuevo al sistema escolar en la picota. Cada uno de los problemas tiene una complejidad particular, pero en lo profundo un origen común, ligado al funcionamiento del sistema político y a la prioridad que ha representado ayer y hoy la educación en el país.
En el tema de los docentes era previsible el escenario y los juicios. Esa es una primera constatación que, vista desde fuera de nuestra realidad, es desconcertante: ya conocemos los problemas y buena parte de lo que ignoramos, pero hemos avanzado poco en resolverlos. ¿Qué significa tal confirmación?
-Como en las ediciones previas del concurso nacional los resultados no exhiben excelencia, aunque la SEP ha cambiado la clasificación de los resultados (aprobados-reprobados, aceptable-requiere nivelación-no aceptable y la actual) Los titulares periodísticos de esos días fueron lapidarios y no preciso abundar.
-Como es sabido, y hay argumentos contundentes al respecto, apenas se estaría concursando el 18 por ciento de las plazas, lo cual significa que no se cumple un compromiso pactado, práctica común, y que el gran porcentaje de las plazas sigue siendo otorgado discrecionalmente.
-Como deriva de lo anterior, sigue habiendo usos particulares del sistema educativo y no desaparecieron las prácticas de corrupción que ya el secretario Lujambio había decretado extintas. La lección de moralidad no es edificante pero sí de alto impacto, para desgracia.
-La cantidad de docentes que obtienen resultados aceptables duplica al número de plazas disponibles, es decir, que pueden coexistir hechos paradójicos: buenos profesores sin empleo, y profesores con pésimos resultados beneficiados (en 2010, el dos por ciento de los maestros “reprobados” tuvieron plaza, confesó el secretario Lujambio). Eso, a todos luces, no parece sensato.
-Como en las primeras ediciones, el examen poco se discute y no hay información suficiente para juzgarlo. Algunas personas, académicos incluso, objetan esta aseveración, como si un examen, por el hecho de serlo, ya fuera inmaculada prueba de ignorancia o sabiduría. No, no lo es: no es igual medir a una persona adulta con un “metro” de cien centímetros a medirla con un “metro” de 96. Ni conocemos lo que deseamos si tomamos la temperatura a un bebé con un termómetro dañado, o medimos nuestro peso con una báscula mal calibrada.
La buena noticia, dice el secretario, es que reclutarán a los 21 mil profesores con resultados superiores. Sí, lo es, pero el dato palidece si es verdad lo que afirman expertos y organizaciones sobre el porcentaje de plazas que no se concursan. Si el examen aplicado fuera un instrumento fantástico –cosa que no sabemos- entonces tendríamos que estar seriamente preocupados por la calidad formativa de los egresados de las escuelas normales y las dedicadas a la formación docente.
La conclusión más importante, desde mi perspectiva, es que el examen puede representar un paso adelante en la idea vital de que no se llega a profesor sin una sólida formación profesional y de aprobar los criterios que se definan con transparencia y alto nivel de exigencia. Más aún: de que el profesor no lo es sólo porque el padre lo fue o se tienen relaciones que lo faciliten. Si para eso ayuda el examen, habrá sido enorme la contribución, pero no será suficiente, con un concurso de oposición, para corregir todo lo que falta por enderezar en el sistema educativo.
Posdata
Curiosidad nada más. Una de las tablas (por lo menos) que presentan los resultados oficiales del cuarto concurso tiene una errata curiosa. Se llama: “Porcentaje promedio de aciertos, según competencias evaluadas, por entidad federativa y tipo de concurso.” Vienen abajo los resultados en cada una de las cuatro competencias. La primera dice, literalmente, en tres ocasiones: “Habilidades intelecturales específicas”, cuando debiera decir, evidentemente, intelectuales.
Twitter@soyyanez
Fuente: El Comentario y AFmedios
Arthur Edwards
Para tener éxito en cualquier cosa, hay que tener pasión. No veo yo pasión ni de enseñar ni de aprender. El estudio representa una forma de vivir y uno debe hacer lo necesario para vivir. Sin embargo, veo muchas momias. Muy preocupante, porque el cambio de la educación no depende tanto de políticas o burócratas, sino de cada uno de nosotros. Culpamos a otros por no hacer lo nuestro con pasión y con gusto. A muchos nos les gusta ni enseñar ni aprender…pero si desean los frutos de este proceso. Lástima
Juan Carlos Yáñez Velazco
De acuerdo contigo Arthur. Saludos!
Juan Carlos Yáñez Velazco
Arthur, releyendo tu comentario debo decirte que comparto la idea de que la docencia requiere una dosis de pasión. Sin pasión es difícil persuadir a los estudiantes de que vale la pena aprender lo que la escuela propone que se aprenda. Lo que me resulta curioso es el término que usas, “momias”. Un día me lo explicas en ese contexto.
Saludos!
Arthur Edwards
Momias no tienen pasión, no son más que contenedores vacias que antes hospedaban al corazón y virtudes humanas. El ser vivo tiene alma, espíritu, pasión, humanidad. La momia no es más que una cáscara que de manera grotesca se asemeja al ser humano.
El conocimiento es lo que nos distingue como especia. Es el camino evolutivo de la humanidad. Cuando nos negamos a aprender, cuando se apaga el deseo de aprender, se nos tronca nuestro futuro como seres humanos. Perdemos esa esencia de ser humanos cuando no queremos aprender. Negamos quienes somos y perdemos nuestro futuro.
Yo, la verdad, veo tantos alumnos apagados por un sistema educativo que les acosa, condiciona y castiga. De un sistema que no les reta amigablemente a mejorarse, sino que los amenaza de tantas maneras.
Una momia no responde a estas amenazas…esta muerta…y perdemos tanto talento porque los “momificamos” al darles un trato indigno.
El maestro debe ser discípulo de la vida y de como vivir. Al reducirlo a solamente a profeta falsa del conocimiento, nos hemos olvidado de que el saber vivir implica curiosidad intelectual, una curiosidad que momias, por su naturaleza, no pueden tener.
Juan Carlos Yáñez Velazco
Gracias Arthur, me gusta tu pasión y la contundencia con que opinas. Bienvenidos siempre tus apuntes.
Un abrazo!
Graciela
Hola, buen día. Muy bueno el artículo.
Al leerlo viene a mi mente dicho problemática existente por siempre en el país de conseguir empleo a través de las “palacas” yo considero que debido a eso es que no hay uniformidad ni seriedad para la resolución de problemas sociales, ni educativos en el país, ya que no hay gente realmente capacitada para llevar acabo dichas actividades.
Juan Carlos Yáñez Velazco
Gracias Graciela. Comparto también tu punto de vista.
Saludos.