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Profesores, lectura y Saramago

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

El evangelio según Jesucristo fue la primera novela que leí de José Saramago. Lo recuerdo claro. Semana Santa, pueblito en la playa, whisky con hielo abundante y buenos amigos. Vacaciones sin más límites que el mar, sin más horarios que los aconsejados para las comidas o evitar el sol inclemente.

Cada dos o tres años, en semanas Santa o Pascua vuelvo a releerla. Siempre con emoción, y como es el mismo ejemplar, a veces encuentro las huellas de mi peregrinaje por sus páginas.

Después de El evangelio… perseguí y fui cazando de a poco cada una de las novelas del premio Nobel. Las anteriores y las nuevas, todas las leí sin dilación, ansioso. Luego aparecieron en mi biblioteca las recopilaciones de sus cuadernos. Todo lo que encontré lo disfruté.

Cuando otros libros ocupaban mi tiempo, pero llegaba uno nuevo de Saramago, aquellos pasaban a la fila de espera. Sin remordimientos. Así sucedió este fin de semana. Leí hace días que había aparecido La viuda, primera novela del escritor portugués, escrita a sus veintipocos años. Todo lo demás pasó a segundo plano; es decir, las horas de lectura libre.

Estoy convencido que la docencia exige intimidad con la lectura. Que los profesores tienen que ser buenos lectores, apasionados lectores de sus materias o áreas, pero también de otras, y de literatura, por supuesto.

Si un hábito para toda la vida debe inculcar la escuela a sus estudiantes es la lectura, para que el lenguaje sea un vehículo eficiente de comunicación y una herramienta formidable para el ejercicio del pensamiento.

Todas las transformaciones de la escuela serán posibles en la medida que la lectura tome un sitio preponderante entre maestros y estudiantes. No hay educación sin lectura. Lectura por obligación, pero, sobre todo, lectura por gusto.

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