Después de dos horas de clase y dos más revisando sendas tesis de licenciatura, al mediodía abrí una pausa. La tarde, después del calor, fue de lectura. Avanzo lento pero divertido leyendo “Quijote”, de Salman Rushdie. En el primer centenar de páginas, un quinto del libro, no hay respiro ni desperdicio. A golpe de novelas el escritor nacido en Bombay se va convirtiendo en uno de mis autores favoritos de habla no hispana.
Me he prometido dedicarle el menor tiempo posible a las redes sociales y evitar la epidemia de intolerancia que domina el mundo político nacional y no conduce a ninguna parte. Menos redes y más lecturas son una forma de descanso activo que me sienta bien.