-Amor, quiero pasar un día del padre distinto. Quiero disfrutarlo, que lo celebremos como no hemos hecho nunca. Estar juntos, reírnos nosotros, las niñas. ¿Qué te parece?
-Esta vez parece que si nos sintonizamos y pensamos lo mismo. Justo eso estuve pensando.
-Entonces, déjame preparar algo especial. ¿Quieres?
-Mmmmm no, es que, no sé.
-¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿No estábamos sintonizados?
-Sí.
-¿Tons?
Ante la cara de perro con agruras que se forma en el rostro masculino, la dama solícita tiene que renunciar al silencio.
-Bueno, es que tenía una sorpresa. Su rosto se hincha de alegría.
La cara del hombre se relaja y con una sonrisa que también crece sin mesura, espera impaciente.
-Pensé que querías una fiesta y una tarde especial, así que invité a mis hermanas, a mis papás, a mis tías, a mis sobrinos. Ah, y a la abuela y su hermana. Les dije que tú harás una riquísima carne asada como te gusta.
-¿No te faltó nadie? ¿Estás segura que vendrán todos?
-Claro, ya está todo confirmado. Nada más falta que vayas a comprar la carne y las cervezas. Ah, y el hielo y un pastel para ti… Pero, creo que no te gustó mucho mi sorpresa. Cambiaste de color.
-Pues, sí, sí, o sea, es que me conmoviste y estuve a punto de llorar de la emoción. Sí, el día del padre la pasaré con tu familia. Sí, seguro, será especial. ¡Gracias mi amor!