Dos golpes mediáticos me cimbraron esta mañana. El primero fue en el radio del auto, rumbo a la caminata matinal. Un funcionario de las oficinas de turismo estatal, de apellido Granados Rangel, declaró a los micrófonos que “gracias a Dios” en Manzanillo ya tienen ocupación hotelera del cien por ciento en los hoteles de cinco estrellas y gran turismo.
¡Bendito Dios! Bueno, no tan gracioso con los hoteles de poquitas estrellas, pues allí todavía hay cuartos. Es decir, que Dios también tiene consideraciones especiales con ciertas clases sociales y con frecuencia se le olvidan los jodidos. Pero esas ya son minucias.
Lo que realmente importa es que si la ocupación hotelera y todos los millones de pesos (y basura) que dejarán los turistas es obra y gracia del Señor que está en los cielos, podrían ahorrarse varios millones en la administración gubernamental del Estado, recortando el personal y los programas de la Secretaría de Turismo. Con un diezmo decoroso, unas cuantas misas, imágenes religiosas en las oficinas y veladoras podríamos resolver el problema por partida doble: más turistas y menos burocracia inepta.
El segundo cimbronazo es de corte semejante, pero acá en la tierra se encuentra el divino benefactor. Me entero que “por instrucciones del presidente municipal” tendremos recolección de basura normal en estas fechas santas. Uf. Bendita nuestra suerte. ¡Gracias al presidente! ¿Gracias al presidente? ¿Por qué gracias?
Maldita esta costumbre tan colimota de anteponer el nombre del jefe supremo de la oficina, oficinita u oficinota para encabezar cualquier declaración. Pongo algunos ejemplos ficticios, semejantes con la realidad: gracias al gobernador los niños recibirán tabletas, computadoras o becas; gracias a la señora del DIF los niños tendrán desayuno caliente; gracias al secretario o al presidente los jóvenes tendrán becas para emprender sus proyectos, etcétera. Un largo etcétera.
A mí me van a disculpar (si quieren, si no, da igual), pero esa es la cultura que tenemos que desterrar: la cultura del súbdito en un remedo de democracia. No es que no debamos aprender a agradecer. Hay que agradecer siempre que sea necesario, pero no así, ¡por favor! Como si fuera un acto de la magnanimidad del gobernante, que sacara dinero de su bolsa para dárselo a los pobrecitos beneficiados. No lo es, no son actos de caridad. Es su trabajo, para eso se destinan recursos públicos y para eso les pagan, y normalmente muy bien pagados.
2B Jose Pazcual Chavez
1.He hear on the radio that Granados Rangel say “thanks to God” in hotel of Manzanillo occupancy already have one hundred percent in the five-star hotels and large tourism.
2.The hotels ae very expensive
3.money is thrown away
4.The culture of subdit is a mockery of democracy.
2B Andrea Contreras Orozco
1.I agree with you, we “Colimotes” have this bad habit to thank useless things.
2.Why we need say thanks to everything that our government does?
3.To say thank for the money that are our, really I think it’s stupid.
4.And say, that’s good for expensive hotels are full, think it’s racist.