Según la nota de AF Medios, 50 ciudadanos acudieron este domingo a la marcha para manifestarse por la seguridad en Manzanillo, luego de una ola de muertes de menores de edad en pocos días.
Ignoraba la convocatoria, pero habría imaginado que la irritación provocada por el asesinato vil de un jovencito en la tienda de Kiosko aglutinaría a muchas personas. 50 para el municipio más populoso de Colima es una cifra reveladora de la distancia que nos separa de sociedades con desarrollos democráticos maduros.
Un acto público de 50 personas refleja que todavía optamos por la comodidad de observar los problemas sociales desde el sillón de casa, a través de la computadora o la pantallita del teléfono, simulando agitar las banderas que unos pocos enarbolan en las calles.
La ciudadanía es la condición para la democracia. No son las elecciones, ni tampoco los partidos, la equidad y jueces imparciales los que forjan una auténtica democracia. Es claro que todos esos, y otros elementos, como la prensa libre, son condiciones necesarias, pero sin la participación fundada y vigorosa de la sociedad, de las personas, la democracia cojea.
De la indignación a la organización es una ruta que ni siquiera trazamos todavía en Colima. Ojalá no sea demasiado tarde.