Intento guardar la compostura pero me cuesta no desquiciarme. Un día leo que Colima está en rojo en el semáforo epidemiológico nacional; las noticias me alarman, porque las muertes se suman inclementes, como los infectados. Pocas horas antes, o después, se reabre el parque de La Campana para corredores y paseantes. Cuando la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado advierte que la mortandad nos amenaza porque seguimos de irresponsables, la presidencia municipal de la capital informa que ya se abrirán teatros, cines y demás.
En Manzanillo, foco de la pandemia, siguen sumándose muertos e infectados, pero ya decidieron que en 48 horas abrirán comercios y servicios turísticos.
¿Entonces? ¿Cuál es el mensaje que debemos atender? ¿El semáforo nacional que nos coloca en situación de máximo peligro, el estatal que nos pide confinamiento y precauciones extremas o el programa municipal del alcalde en campaña?
¿Es mucho pedirle un poco de cordura a los protagonistas de la vida política que toman decisiones sobre la ciudadanía colimense? Parece que sí, que vamos a seguirle con este vacilón.
Balvanero
Coincido, muchas señales e indicaciones contradictorias precisamente en quienes deben tener criterios sólidos, unificados, fortalecidos para orientar y aplicar lo que proceda en sus respectivos ámbitos de competencia: que sume y no reste o vaya contrasentido a los esfuerzos por contener y atender el Covid-19