Llegué tarde a la literatura del escritor chileno Roberto Bolaño, muerto muy joven. Durante varios años vi sus libros en las librerías que recorrí pero nunca tuve la curiosidad siquiera de levantar un ejemplar para leer la contraportada. Me pasa poco, pero nunca me sedujeron los títulos, ni el autor, ni siquiera las portadas. Solo recuerdo que cuando aparecían, los recorría con la vista y esquivaba de inmediato.
Llegué a sus libros a través de su palabra hablada. Una noche, buscando qué ver en Youtube, me apareció una entrevista que le hicieron para la televisión chilena. El título del magnífico programa sí que me atrapó: La belleza de pensar, conducido por Cristian Warnken. Por curiosidad lo abrí y no paré hasta verlo completo; luego otros programas y otros entrevistados estupendos.
Así llegué, escuchando a Roberto Bolaño y estimulado para abrir sus libros. Elegí “Los detectives salvajes”, y luego de muchos días, leyendo en las noches o al despertar, terminé esta mañana las más de 1000 página de la versión electrónica que conseguí, complácido y con ganas de tomar otro libro, para disfrutarlo cuando la jornada laboral se agote.