Recibo con bastante escepticismo los números grandilocuentes de los informes gubernamentales. A veces los cuestiono, a veces me río de las mentiras que se dicen (y muchos, muchísimos aplauden).
Con Ludwig Wittgenstein, en su Tractatus logico-philosophicus, aprendí que todo lo que puede ser dicho, puede decirse claramente, y de lo que no se sabe, mejor no hablar. Sencilla pero enorme
Ayer escribí en esta página de las recompensas que el oficio de enseñar nos regala cada cierto tiempo. Lo hice para compartir mi alegría por la publicación de los artículos de dos jóvenes
En sus habituales diálogos con niños, Francesco Tonucci, dibujante y pedagogo italiano, suele preguntarles: ¿cómo les gustaría que fuera su ciudad? Las respuestas suelen ser distintas,
En la farmacia esperamos a que nos toque turno de pagar. Una familia (ahora hay que precisar: papá, mamá y dos hijos) entra para tomarle foto al hijo, o a la hija. La decoración de la tienda,