Lluvia de medallas en RÃo, llamaron con grandilocuencia algunos medios al último sábado de los Juegos OlÃmpicos. Fueron tres medallas, que acumulan una cifra menos indecorosa al desempeño
Juan Carlos, entretenido con sus Legos, observa de pronto la televisión y lo ve bailando exultante. No le conocÃa, creo. Quizá lo habrá visto en estos dÃas, pero no duda. Voltea a mi sillón y
Jornada habitual. Gris, exasperante. Estaba harto en grado extremo. La enésima llamada de atención de un pendejo con el cargo de jefe me puso del humor más perro que no recordaba en meses. Por
El tiempo es un bien tan preciado, que no siempre lo cuidamos como es debido. Nos abruman los compromisos, el reloj avasalla, la prisa nos dicta el impulso cardÃaco. Nunca alcanzan las horas. El
Sábado a mediodÃa. Verano caliente, como todo el año en estas tierras. Sentado, impaciente, aguardo a que llegue la hora de tomar mi autobús. La señorita despachadora me explica que hay un
