Este fin de semana encontré en redes sociales una campaña del gobierno estatal ensalzando sus logros en distintos ámbitos. Me importan todos, pero en el educativo pongo atención por razones profesionales.
Debo confesarme para comenzar: he dicho y escrito, en distintos espacios, que Colima puede ser un punto de referencia nacional. En la visita de la maestra Sylvia Schmelkes a Colima, en enero de 2017, cuando conversamos con el gobernador Peralta se lo dijimos: hay condiciones para que el estado sea un modelo de buenas prácticas. Estuvo de acuerdo. ¿Lo somos? ¿Colima es una potencia educadora?
Veamos algunos hechos y formulemos preguntas. En la campaña estatal del gobierno dicen, por ejemplo, que nunca se invirtió en infraestructura y mejora de las escuelas tanto como ahora. Que los uniformes escolares gratuitos son una política que favorece la equidad. Que son un gobierno educador. No tengo por qué dudarlo, pero hacen falta datos para sustentarlo. Las palabras sirven, pero los números convencen cuando se trata de evaluar gobiernos.
Podríamos saber, por ejemplo, ¿cuántos pesos se invierten por cada estudiante de primaria, secundaria, bachillerato y universidad? Y, si no es mucha molestia, ¿cuánto se invirtió en otros sexenios? ¿La comparación favorece a este gobierno?
Tengo algunos datos sobre la inversión por estudiante, obtenidos del presupuesto de egresos aprobado por el Congreso estatal y de los informes gubernamentales. No son de los últimos dos años, pero tampoco para hacer fuegos pirotécnicos.
El Censo de Población y Vivienda 2020, presentado hace poco por el INEGI, ofrece otros ángulos. Son pocos indicadores, pero algo revelan. La población de 6 a 14 años que asistía a la escuela (el Censo es de marzo del 2020, recuérdese) era de 93.8% en el país; en Colima, el INEGI lo ubicaba entre 93.4 y 94%. En otras palabras: en Colima, como en el país, en promedio estaban fuera de primaria y secundaria 6 de cada 100 niños. No es edificante.
En analfabetismo, el país estaba en 4.7% de la población mayor de 15 años. Colima es una de las tres entidades con menos población analfabeta, junto a Baja California Sur y Aguascalientes. Punto a favor.
El grado promedio de escolaridad en el país en el 2020 era de 9.7; en Colima, 10 años. Ciudad de México: 11 años. Cada uno sus juicios.
Las afirmaciones jubilososas de la campaña gubernamental se sostienen sí y sólo sí con datos transparentes; lo demás, demagogia. Una comparación entre sexenios ayudaría a que los aplausos tengan más fuerza y veracidad. Ojalá, reitero, Colima fuera un ejemplo contundente. Por ahora, todavía deben disiparnos dudas.