Afuera el mundo no marcha demasiado bien. La pandemia por COVID-19 sigue. La epidemia de estupidez crece. En Estados Unidos siguen las notas sobre el capitolio; en México, la intolerancia política en redes sociales ya puede reclamar ciudadanía. Hará huesos viejos, por las señales que van quedando. Las próximas campañas electorales lo constatarán.
Adentro es distinto. He pasado unas horas de la noche fría escuchando música. Diversa. Algunas de las voces de siempre, luego otras. Así llegué al Tributo a Sabina. Ni tan joven, ni tan viejo. Algunas canciones de Joaquín no me gustan en otras voces. Son pocas, en realidad, las voces que disfruto mientras cantan a Sabina. En esa lista pongo a Serrat, Ana Belén o Rozalén, por ejemplo.
Hoy agrego uno: Ismael Serrano, con la letra de Eclipse de mar. No sé si por la canción o por alguna circunstancia extraña, pero lo disfruté y repetí.
Pese a mis lealtades, sigo prefiriendo, sin dudarlo, a Sabina interpretando a Sabina. O a Sabina interpretando a José Alfredo Jiménez. Poco más.