Una votación abierta en vísperas del Mundial de Rusia decretó que el gol más bonito en copas del mundo es mexicano: de Manuel Negrete ante Bulgaria en México 86. Un gol impresionante por la plasticidad y puntería, sin duda.
Mi veredicto es distinto. De los goles que vi en esos eventos, desde España 1982, el gol más lindo ocurrió en la misma copa mundial y estadio, pero lo hizo Diego Armando Maradona ante los ingleses el 22 de junio de 1986. El antecedente político fresco hacía de ese partido una continuación de la desigual batalla militar por las Islas Malvinas entre abril y junio de 1982, con saldo de más de 600 muertos argentinos.
Al partido llegaban los argentinos alentados por el dolor de los soldados caídos en la guerra fratricida, empujada por la dictadura del país sudamericano.
El marcador se movió con el gesto inolvidable de Diego, producto de su picardía, una travesura o trampa: en jugada casi inverosímil le ganó el brinco al portero inglés y con la mano dirigió la pelota a las redes. Casi todo el mundo vio la mano, pero no el árbitro. El marcador era injusto, y había que enderezarlo.
Diego, de nuevo Diego, unos minutos después tomó el balón en su campo y luego de burlar a medio equipo rival deslizó la bola a la red y emprendió una carrera que desató el grito desde el fondo del corazón de todo un pueblo. Fueron, dijo Eduardo Galeano, “los dos goles más contradictorios de toda la historia del fútbol”.
Hoy, cada vez que veo el gol en la narración delirante de Víctor Hugo Morales me sigue emocionando la inolvidable gesta del Diego. Ese fue, no tengo duda, el gol más lindo que vi en una Copa del Mundo. Lo de Maradona en Rusia no merece comentarios.
Posdata. En el propio Eduardo Galeano encontré otra votación hecha por la FIFA para elegir el mejor gol del siglo. El 13 de julio de 2002 se hizo público el resultado y el juicio popular: el de Maradona es el gol del siglo 20.