Cuaderno

El Universal: reprobado

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Cuando acudimos al médico por una dolencia persistente, y luego nos someten a exámenes y valoraciones, el profesional de la medicina emite un diagnóstico, enseguida, una receta o tratamiento para resolver o paliar la enfermedad. Si concluyera la cita con un “usted está reprobado”, no nos habría resuelto ningún problema, ni siquiera, el de saber qué nos pasa.

Algo semejante pienso cuando leo la nota principal publicada por “El Universal” el 17 de octubre. El titular reza: “Reprobados, alumnos en matemáticas y lenguaje”. Basa el contenido en lo que refiere como “la última evaluación diagnóstica que aplicó la desaparecida Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), al inicio del ciclo escolar 2024-2025”.

La autora, María Cabadas, o el propio medio, acusan analfabetismo en la materia. Las evaluaciones del tipo que se comenta, diagnósticas, como define su propio nombre, no están hechas para ser “aprobadas” o “reprobadas”. Su objetivo se separa de ello, por lo tanto, no aplican los adjetivos que achacan a estudiantes, profesores, autoridades o el sistema educativo. Las evaluaciones diagnósticas no usan escalas para aprobar o reprobar; su intención es otra.

Si se trata de llamar la atención sobre los problemas de la educación, sobre las políticas erróneas, sobre la ausencia de acciones afirmativas durante y después de la pandemia, sobre la gestión del sistema educativo nacional, o una crisis en aprendizajes y derecho a la educación, lo más sensato es hacerlo con argumentos plausible, con evidencias, razonamientos sólidos y no con descalificaciones.

Asumir que las evaluaciones diagnósticas se aprueban o reprueban exhibe ignorancia. Las evaluaciones, las auténticas, sirven para conocer, comprender y mejorar. No para reprobar.

El titular me parece nefasto. De un periodismo reprobado. Cuando se lee la nota en la página 4, el matiz es sensato: “Con deficiencias, 80 % de alumnos en secundarias”. Y el contenido, con opiniones de distintas personas, presenta el mismo tono, pero el juicio contundente vino primero.

Si alguien entendió mal, preciso: no justifico ninguna omisión o decisión gubernamental errónea, que las hay en abundancia, pero lo menos que necesitamos en educación es el juicio fácil o falso, y sobre todo, las interpretaciones simples. Si para eso van a servir las evaluaciones “diagnósticas”, ya podemos prescindir de ellas. Juicios sumarios al sistema educativo sobran.

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