Alain, cuyo nombre real era Émile-Auguste Chartier, es un maestro poco conocido en nuestro contexto, pero de notable prestigio en Francia, reconocido como “Maestro de la nación, praeceptor galliae”. A sus clases acudían para escucharle de La Sorbona y la École Normal. Pacifista y antifascista, sufrió en carne propia los horrores de la Primera Guerra Mundial, lo que acentuaría su convicción pacífica.
En “Lecciones de los maestros” George Steiner cuenta brevemente que, hacia 1928, el educador francés entró a su aula y escribió en la pizarra ante unos 90 alumnos y oyentes impávidos, la siguiente oración: “La felicidad es un deber”.
Cuando lo leí empaté su reflexión con la que vengo realizando desde hace algunos meses, a partir de un par de preguntas que me formulo y he compartido en auditorios con profesores y estudiantes: ¿son felices los estudiantes en las escuelas?, ¿somos felices quienes trabajamos en las escuelas?
Alguien me espeta: pero la escuela no tiene la función o la obligación de que allí seamos felices, y puede ser cierto, sin embargo, respondo que las escuelas, es decir, quienes allí trabajan o quienes las dirigen, tampoco tienen el derecho de provocar la infelicidad. Quizá la explicación a lo que hoy está ocurriendo se encuentra en el propio Steiner cuando advierte lacónico pero contundente: “La antienseñanza, estadísticamente, está cerca de ser la norma. Los buenos profesores, los que prenden fuego en las almas nacientes de sus alumnos, son tal vez más escasos que los artistas virtuosos o los sabios”.
Edwin Mayoral
Estimado Dr. Juan Carlos,
Es un gusto saber que le agrade tanto como a mi, las obras de George Steiner, en especial “Lecciones de los maestros”. Sin duda, la frase de Alain es una de las más contundentes en ese libro; por lo menos es una frase que no se olvida.
Buena reflexión y buen sitio personal, no tenía el gusto de conocerlo. Felicidades!
Saludos!
Juan Carlos Yáñez Velazco
Gracias Edwin.
Saludos!