El viento que azotaba la ventana me despertó en mitad de la noche. Resignado al insomnio abrí el iPad y leí las páginas finales de La hierba de las noches, de Patrick Modiano. El Premio Nobel de Literatura 2014 volverá en otro libro y momento. La primera incursión fue placentera.
Con el sueño lejos de cama hurgué en la librería y encontré varios pendientes, entre ellos, Escritos libertarios, de otro Premio Nobel literario, Albert Camus. El Preámbulo, corto y contundente, tiene un inicio fantástico: “El escritor más leído por los franceses también es el que peor conocen”.
En el mismo Preámbulo su autor, Jean-Pierre Barou, recuerda un pensamiento de Camus que en las actuales circunstancias de México es dolorosamente cierto: “un gobierno, por definición, carece de conciencia”.
En la Introducción se lee: “nos hemos contentado con reproducir aquí solamente las propias contribuciones de Camus a las revistas libertarias: artículos, cartas, respuestas u observaciones desconocidas hasta el momento, así como transcripciones de discursos. Este libro trata de los debates que Camus entabló con los libertarios, pero también de los debates que los libertarios, en su prensa, entablaron a propósito de Camus”.
Este ha sido un buen día, triste pero apropiado para recordar el genio de Camus, porque hace 55 años murió en un accidente automovilístico, el 4 de enero, camino a París.
Twitter y los Reyes
Detengo la actividad laboral matutina para revisar Twitter. Busco información sobre los precandidatos en Colima. El movimiento anunciado ayer, de Enrique Rojas, empieza a mover las piezas con cierta claridad. No encuentro nada relevante, pero sí un divertido (¿trágico-cómico?) tuit del escritor, periodista y académico Arturo Pérez Reverte. Polémico como usualmente, escribe: “Confío en que los Reyes le hayan traído a Rajoy un libro. Cualquier libro. O una entrada de teatro. O de cine. O de ópera. O de museo. O…”
Es un propósito cabrón para exhibir al presidente español. O un deseo bien intencionado, aunque tal vez iluso. Lo mismo desearía, entre lo menos trascendente, para el presidente de mi país. O, tal vez, para nosotros.
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Mentiría si dijera que no me interesa la elección del candidato a gobernador del PRI en Colima. No creo en los Reyes Magos, todavía, así que mi pronóstico niega la posibilidad de la alternancia, al menos por ahora. Así, estoy expectante por las noticias, lejos de la militancia tricolor (y de cualquier militancia), pues el descarte del alcalde de Villa de Álvarez ya terminó por hacer trizas ese mal chiste de los diez aspirantes.
La información que proporcionan amigos mejor enterados confirma hipótesis: el partido político de más de siete décadas difícilmente puede cambiar el corazón. Cambia discursos, relativamente, pero las prácticas prevalecen. Y los augurios se van confirmando. Veremos.