Hoy tengo muchos temas para escribir. Disculpen la vanidad, si asĂ puede calificarse. No es mi culpa, es la realidad que ofrece innumerables aristas.
PodrĂa escribir, por ejemplo, de las tribulaciones polĂticas y financieras que sufre el gobierno del Estado. Pero me temo que quienes más sufren son los que pagan ahora mismo los efectos de los desatinos y, por respeto a ellos, prefiero callarme lo que pienso, pues me temo que los compromisos incumplidos asĂ seguirán. Espero equivocarme, o que Dios escuche y atienda a los buenos, que ya les toca una.
Preocupante me resulta el caso de los indĂgenas de Ostula. Hace un par de dĂas un habitante (mujer, para ser preciso) de allá me escribiĂł para contarme detalles que poco se conocen y tendrĂamos que valorar para matizar juicios o aflorar nuevas interrogantes.
Es inevitable escribir en estos dĂas del curso de los acontecimientos de la reforma educativa en Colima y el movimiento opositor. El tema está más vivo que nunca; la salida, más oscura. En contextos asĂ, el riesgo del autoritarismo es alto.
La Copa de Oro, lo más trivial en mi mesa, ofrece material amplĂsimo para comentar. Pero no quiero. No puedo sacarme de la cabeza la desfigurada cara de Miguel Piojo Herrera festejando el gol producto de la trampa de Oribe Peralta. El fĂştbol es asĂ, dirán, y todos engañan o buscan engañar al silbante, como Maradona en el Mundial de MĂ©xico 86, y muchos otros. Y es verdad. Pero el robo de hoy en el partido contra Panamá es inaudito. El error es parte de un deporte que se niega a usar la tecnologĂa para evitar la injusticia, que la legitima y corona la trampa. No, no la admito. Porque, dĂganme: ÂżcĂłmo decirle a un niño que engañar al árbitro es correcto, y hay que festejarlo, pero no es igualmente correcto engañar a la maestra, al agente vial o al policĂa?
Como creo que en el deporte y en la vida no se trata de ganar de cualquier forma, sino de jugar con unos principios y respetarlos, entonces, prefiero no decir más para no ofender sensiblerĂas patrioteras.
PodrĂa, como ven, ahondar en cualquiera de estos temas, pero no lo harĂ©. Lo mejor que me pasĂł hoy es que Mariana BelĂ©n ha trabajado como mi asistente en la revisiĂłn de las segundas pruebas de un nuevo libro colectivo que coordino. Hábil, a las pocas páginas ya habĂa entendido la tarea y hasta detectĂł una errata que el corrector y yo pasamos por alto despuĂ©s de ene revisiones. Con eso me quedo por hoy. A los otros temas, tal vez vuelva mañana.