Máscaras y mascarones
Estoy convencido que a la política le estorban los acartonamientos, la parafernalia. Le sobran vestigios del pasado. Navega en pos de aguas nuevas.
En la política los ciudadanos están sedientos de otros fondos y formas. Cuando se encuentran, la ciudadanía se vuelca, se emociona; cree en las ilusiones perdidas o nunca descubiertas. Pasó así en la Grecia de Alexis Tsipras; en la España que abrió un hueco tremendo en su dominante bipartidismo para instalarle un lugar al movimiento de Podemos.
Antes, Obama reventó la candidatura de la esposa del ex presidente Clinton y se convirtió en el primer presidente negro de los Estados Unidos. Los ejemplos no son tantos, pero visibles. Entusiasman.
Así pasó, de alguna forma, en México hace quince años. En ese hartazgo huérfano de liderazgos apareció la campechanería de Vicente Fox y destruyó el dominio del otrora indestructible Titanic priista, hasta que nos dimos cuenta que el político de Guanajuato, en realidad, era tan útil como una lata de Coca-Cola vacía.
Sí, estoy convencido de que la política demanda otros modos, otras fórmulas, pero de eso a ponerse una máscara del Blue Demon, hay un mundo de diferencia, como de la noche al día.
Sin patente de impunidad
La juventud no tiene patente de impunidad o pureza. La verdad de los argumentos no reside, per se, en la juventud de quien los profiere. Para ser un hijodeputa no se necesitan muchos años, ni colores partidistas específicos; los hay, abundantes, por aquí y por allá.
No sé si la infame burla del Doctor Lorenzo Córdova se tipifique como delito y proceda castigo legal por insultar la dignidad indígena. Sé, en cambio, que los jirones de respetabilidad han sido horadados por sus propias palabras.
Más allá del origen de la filtración que difundió la conversación telefónica (ese es asunto aparte y se examina en su gravedad), sus palabras resuenan como un insulto soez y el eco le perseguirá hasta el último día.
Balvanero
De ese tamaño el respeto que se le tiene a nuestro pueblo, a todos nosotros. Cero tolerancia, cero empatía, cero interés en el otro y sus problemáticas, así como cero interés en lo que se dice o propone. ¿De dónde puede pedir ahora credibilidad? ¿de dónde ahora su asidero?
Lidia Teresa Ovando C.
No me gusta la política, pero las muestras que nuestro Presidente deja cuando habla, son penas ajenas. Sigue la corrupción, lo único que aumentan son los precios y los impuestos que desgraciadamente vemos que son gastados en viajes llevando hasta el perro del vecino, aviones casas y compras a lo nuevo rico, porque no le quitan el dinero s los partidos a los ex presidentes a los diputados y senadores que se duermen y que no tienen educación, y ayudan a la gente pobre aunque sea con créditos , pero no para sus amigotes
arthur edwards
Gracias por tus lecturas!