Omitiré la descripción minuciosa de las actividades realizadas este día. Hubo de casi todo: estudio para mis clases de francés en paralelo con el ejercicio mañanero; revisión de tesis de asesorados; calificación de trabajos de mis estudiantes; preparación del curso que imparto en un diplomado y lectura para mis proyectos de investigación. Por la tarde, cuatro horas de clase.
A la clase vespertina, en el Vasco de Quiroga, llegué cansado. Salí de allí con un cansancio distinto, con insatisfacciones y desafíos para la próxima sesión. El regreso a casa fue largo; la lluvia arreciaba, no tenía prisa y la necesidad de revisar acontecimientos era imperiosa.
En casa, tarde ya, solo tuve oportunidad de ordenar objetos del trabajo y acomodarme. Había que realizar las tareas pendientes de la clase sabatina. Dormí tarde y con una sombra; sabía que no pasaría. No pasó. La sombra se instala permanente por ahora.