Ayer estuve un par de horas en la Universidad Multitécnica Profesional, al sur de Colima capital. Fue una tarde de aprendizajes. El motivo: participar en un panel sobre las leyes secundarias de la reforma educativa (que el secretario de Educación Pública no quiere llamar reforma) y sus perspectivas.
Sorprenderá un poco la convocatoria a quienes desconozcan de la citada institución, pues en Colima, nadie más, hasta donde mi conocimiento alcanza, ha convocado a un ejercicio semejante, y eso me ruboriza, pues ninguna de las otras casas de estudio públicas de enseñanza superior hizo algo semejante todavía.
El contenido de las leyes interpela a muchos actores: en primer lugar, al Congreso del Estado, pues tendrán que trabajar en la armonización de la Ley de Educación del Estado, y específicamente a las instituciones que forman profesionales de la docencia y la educación.
No sé si el panel habrá cumplido expectativas o no; si habremos sido suficientemente asertivos, inquisitivos o claros. De mi colega, Martín Robles de Anda, doy fe que sí.
El panel con un tema así en un momento cualquiera será siempre controvertido. No se discuten leyes en abstracto, al margen de posiciones políticas o intereses ideológicos, porque la educación no es asunto angelical. La primera tarea, por lo menos así lo asumo, es estudiar muy bien, tratar de entender y no obnubilarse con pasiones u odios. Si damos ese paso, el diálogo o la discusión valdrán la pena. Diálogar solo con quienes piensan semejante es ocioso, como mirarse en el espejo.