El 21 de diciembre de 2018, mientras limpiaba la antigua casa, preparando el espacio para revisar y corregir la probable reedición de un libro, tuve una extraña sensación. Me pregunté: ¿cuál es el balance de mi paso por el INEE? En ese momento tenía la certeza de que la iniciativa del presidente de la República lo desbarrancaría y había que imaginar un nuevo año con distintos proyectos.
Limpiando el polvo y ordenando libros revisé fugazmente lo hecho en tres años. Entonces, pensé que la tarea reclamaba tiempo. Decidí escribir un libro cuando se me apareció el título: Mi vida en el Instituto.
Sentí la urgencia de comenzar pronto a repasar esos años, al mismo tiempo estimulantes y traumáticos por el final. Empecé y en pocas semanas ya tenía un volumen respetable de páginas que rememoran y examinan, que recuerdan y dejan testimonios de gratitud, que hurgan en razones y desaciertos.
Pasó ya un año y en mi escritorio reposan las primeras pruebas editoriales; aguardan la llegada de las mañanas vacacionales. Antes de que cierre el año estarán listas para volver a la editorial y continuar el camino hacia la vida pública.