Pasé parte de la mañana en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 61 para presentar Colima: avances y retos. Educación. La jornada terminó de forma estupenda, gracias a las participaciones de las estudiantes.
Si los comentarios de Alondra Barajas, estudiante de sexto semestre de la licenciatura en intervención educativa, y el maestro Rubén Martínez González habían sido muy gratos, el cierre resultó impecable. En ello fue decisiva la provocación, en el buen sentido de la palabra, del director, quien les pidió a algunas de las estudiantes un comentario sobre la actividad. Después, varias pidieron la palabra para expresarnos las opiniones solicitudes y sus consideraciones sobre el futuro de la educación y su destino profesional, o su paso por las escuelas antes de llegar a la Universidad.
Escucharlas fue muy agradable, por la sinceridad e intimidad percibidas. Sobre todo, por el compromiso que destilaban sus mensajes.
Cerré mi discurso con una idea magistral de Federico Mayor Zaragoza: la educación no es un empleo, es una misión de transformación social. Y esa vocación para el ejercicio pedagógico encuentra en la UPN unos de los vientres más potentes que tenemos en Colima y México. Es mi convicción.