Me entero, pasmado, que se reducirá el número de escuelas de tiempo completo en Colima por incumplir las reglas de operación. Leí la nota de Afmedios y luego la declaración del secretario de Educación, pero me quedan dudas sobre otros detalles. Según entiendo, el próximo ciclo serán ocho centros escolares menos y luego seguirá la disminución.
El anuncio me parece una pésima noticia. Perderán todos, maestros, alumnos y familias; ganarán las reglas de operación. ¿Eso tiene sentido?
Las evidencias en distintos estudios muestran que las escuelas de tiempo completo ofrecen resultados favorables; progresos quizá no espectaculares, pero sí avances en términos del logro de aprendizajes, así como otras ventajas para docentes en su adscripción laboral y alumnos en sus condiciones pedagógicas y alimentarias.
Es extraña la política y sus designios: que las escuelas sean afectadas, en lugar de fortalecerse, con programas que muestran sus bondades, con imperfecciones, por supuesto. A veces, cuando sucede, casi me declaro derrotado. Casi.
Espero que mañana tengamos algunas razones para el optimismo e izar de nuevo las banderas esperanzadas.