Dos noticias contrastantes rondan mi cabeza esta tarde caliente. Una ocurre cerca, entre nosotros, son los 53 mil muertos que oficialmente dejó la pandemia en México hasta hoy. La otra es lejana: la renuncia del gobierno en Líbano, luego de las terribles explosiones en Beirut que dejaron, según CNN, 160 muertos y unos 6 mil heridos.
Ignoro detalles de la situación política interna en aquel país, pero abandonar el poder es un gesto que refleja el estado delicado que viven por las manifestaciones que exigen responsabilidades políticas. Acá, en otro contexto, no ha habido una tímida autocrítica del gobierno, de los gobiernos de distintos órdenes y partidos.
Sigo preguntándome por qué no es rentable la sinceridad política, la honestidad, como gusta repetir el presidente, y aceptar los errores o los malos diagnósticos, en lugar de culpar a los otros invariablemente.
Lo menos importante es escuchar a alguien en un cargo público pedir perdón o admitir fallos; lo urgente es reconocer errores y enmendarlos a tiempo.