Rendido por el insomnio se movía con desesperación entre las sábanas. Una hora, dos horas, tres horas. El tiempo pasaba rengueante. No supo en qué momento se le cayeron un instante los párpados
Tarde nublada, día lluvioso. Cansancio de la jornada larga. Salgo de la oficina con las tareas hechas. Cojo la mochila, la cuelgo en la espalda, apago luces y cierro la doble llave de la puerta. Es
Estuve por la mañana en la oficina del rector de la Universidad de Colima. Como hemos hecho costumbre, en nuestros encuentros priman respeto, cordialidad y diálogo franco. Nos conocemos hace muchos
El hombre despertó sudando. Abrió los ojos, reconoció la habitación donde apenas cabía con sus fantasmas y lento ordenó las imágenes que se deslizaban, como las gotas en la cara y el cuello.
Desperté de madrugada, más temprano que de costumbre entre semana. El cuerpo es sabio, para bien y para lo que sea. Me había dormido temprano, así que cuando el reloj vital marcó las horas
