Escribo los primeros párrafos de la columna semanal a mitad de la jornada electoral, la más grande en la historia, ensalza la propaganda oficial. Las notas en redes sociales sobre Colima no cuentan mucho.
La información más reciente, según el INE, revela que se abrieron y operan adecuadamente el 92 por ciento de las casillas en el país; luego subió a 95. En Colima, sabemos desde hace un par de horas que ya están todas instaladas y funcionando. Esa es la primera gran lección del domingo: el aporte ciudadano que posibilita que todas las personas del padrón tengan una casilla para votar. Parece cosa menor, pero implica la puntualidad y responsabilidad de miles de ciudadanos que participan en las 979 casillas.
Al leer las declaraciones de algunos de los candidatos y candidatas a gobernador y presidentes municipales me inquietan algunas: porque sueltan intrigas, llaman al respeto de los resultados o piden a la gente salir a votar.
En las elecciones del país hemos transitado de los fraudes electorales a una organización sólida, con órganos electorales creíbles en general; imperfectos, por supuesto. En cada instancia donde pueden hay representación de partidos; en las casillas cada partido pudo registrar a sus representantes; cada partido tiene sus propias actas y los ciudadanos votamos.
En esta hora del domingo confío en el respeto a los resultados, pero tengo reservas con la actitud de los perdedores. Por otro lado, si los candidatos con sus campañas, en general mediocres, fueron incapaces de lograr que la gente se decidiera a votar, el domingo podrían guardarse todas sus declaraciones mientras no termine la elección.
Hoy fue la prueba de la ciudadanía; el lunes empieza la de partidos y candidatos, para perdedores y ganadores. A partir de mañana empieza otra etapa en el proceso electoral; ojalá tengamos certidumbre en los resultados y un comportamiento decente de los políticos.