Las escuelas no son templos y los maestros no somos santos ni profetas, por eso, ni unas son para el silencio o el recogimiento, y los otros, no son para adorarles o admirar las buenas nuevas que nos comparten. Esa es una de las máximas enseñanzas que me dejó la lectura del pensamiento y la obra de Paulo Freire, excepcional brasileño, el más grande de los educadores que nuestro subcontinente legó al mundo.
Ojalá la primera oración fuera sólo una reliquia de otros tiempos, cuando imperaban las dictaduras en América Latina o el analfabetismo ocupaba más altos porcentajes entre la población; cuando la universidad era un privilegio todavía más restringido. No es así. Hoy muchos profesores, muchas autoridades, siguen creyendo que su palabra es sagrada, que los desacuerdos son válidos y bienvenidos siempre que apunten en otras direcciones y no provoquen ruido o alteren la estabilidad, la paz de la disciplina sumisa.
Con excepciones encomiables, el educador oriundo del empobrecido nordeste brasileño no forma parte del currículum de las carreras de pedagogía o educación en México. No se lee profundamente, no se examina su aportación. Las pedagogías oficiales se asientan sobre bases antagónicas a la praxis freireana, obsesionadas con el discurso de la excelencia (aberrante discurso, diría Pablo Latapí Sarre), la examinación masiva e intensiva, las competencias, la productividad y la competitividad.
La propuesta del autor de “La educación como práctica de la libertad” es sustancialmente política. Esa es su visión pedagógica. Los problemas torales de la educación no son técnicos o instrumentales; son políticos, desde la concepción de sociedad donde se inserta, los modelos de desarrollo y los proyectos político-educativos. Así, por ejemplo, el analfabetismo no es una hierba dañina que debemos erradicar; es la expresión de una sociedad injusta.
Si esa es la visión, entonces, el salón de clase no es un dormitorio o guardería a donde van a cantar los profesores para adormecer estudiantes. Las clases no son canciones de cuna, tienen que ser un desafío intelectual, una aventura. Por eso escribió una de las obra más emblemáticas: “Pedagogía del oprimido”, es decir, la pedagogía que no se hace para los pobres, sino que se construye colectivamente desde el contexto, desde la realidad de los educandos, contra una situación de exclusión y opresión, de pobreza y silencio autoritario.
Cuando conmemoramos los diez años de la muerte del maestro brasileño en la UNAM, la Universidad Pedagógica Nacional, la Universidad de Colima y la Autónoma de la Ciudad de México, en Colima publicamos un libro, “Paulo Freire: praxis de la utopía y la esperanza”, y en su capítulo Pep Aparicio Guadas y Juan Miguel Batalloso justamente nos recuerdan que a Freire no hay que construirle santuarios, ni promoverle con veneración.
Por eso ahora no estoy tratando de decir que a Freire debemos leerle como una biblia. ¡Cuidado! Esa sería la peor forma de leer a Freire, lo más antifreireano. Hay que estudiarle, hay que interrogarlo, convocarle al diálogo. Esa es la invitación a todos, pero principalmente a los profesores y a los estudiantes de educación.
El 2 de mayo de 1997 Paulo Freire dejó de existir físicamente. Su legado es patrimonio cultural de la pedagogía y la humanidad: una extensa obra (escrita, pero también experiencias en América, Europa y África) que podría ser inspiración, pistas, instigación, pretexto para el diálogo.
Pocos meses antes de la fecha, Paulo Freire había aceptado que la Universidad de Colima le concediera el doctorado honoris causa. Habría sido la única institución mexicana en entregarle un reconocimiento como los que recibió en todo el mundo. En los preparativos para el viaje su muerte nos sorprendió, y dolió hondamente. Recordarle hoy es un motivo inmejorable para alentar la esperanza y la indignación, por la fuerza potencial de la educación y porque la realidad sigue siendo injusta y nos interpela. Como nos enseñara con su ejemplo, el cambio es difícil, pero posible.
Guillermo
Sin duda la obra de Paulo Freire se constituye en una gran semilla que se puede convertir en el capital de cambio de nuestra cultura,, siempre y cuando aceptemos que somos de los oprimidos sin importar el estatus social que tengamos.
Excelente artículo!!
Gaby
Recuperar a Freire en los temas sobre educación dentro y fuera del aula es un reto, no académico, implica un esfuerzo de conciencia humana.
margarita ochoa Vargas
Excelente la oportunidad de poder consultar tus articulos principalmente porque nos permiten la reflexión de nuestra tarea educativa y transformarla.
Juan Carlos Yáñez Velazco
¡Gracias Margarita! Es muy estimulante leer tu mensaje.
2A Luis Ernesto Mendoza Osorio
* Good article, apparently Freire was an exemplary teacher.
* The school is a good place for learning.
* In Mexico have good teachers but the students should have an interest in the study.
2B MIGUEL MEDINA TEJEDA
I’m agree with Freire with how some teachers think that they say is the only truth.
The idea about how Freire want to be the schools like to me, if the teachers were more like: ‘i wanna go to the school to teach to the students this topic and some social education to’ will be some nice.
But the students need to have an interest too, because it would be for nothing.
The education is very important in this days, we have to improve all the days to be a better nation.
I like this article, keep writting things like that.
2B Salvador Alejandro Corona Silva
I think today is rare
teacher believes that no prophet and that he knows everything
I think we should not think only they know
there are students who investigate more thoroughly the problems and sometimes know more
I hope some teachers change their attitudes
2B Juan Manuel Alcaraz Aguirre
I’m agree with this prospect, I think that a lot of teachers have lost spirit of teaching. For me, teaching is not only show a topic, else, is use this topic for to train the student on his way.
2J Villaseñor Merino Martin Eduardo
Good article, I enjoyed it.
Recover Freire in education issues inside and outside the classroom is a challenge.
In Mexico have good teachers but the students should have an interest in the study.
1K Leonel Arroyo Elizarraraz
There are many teachers believe superiors.
There is no better place to learn than the school.
The student has to interest; a teacher cannot do everything.
I’ll have to read about Paulo Freire.