En semanas recientes tuve el privilegio de participar en distintas actividades de tres universidades públicas estatales. Varias lecciones extraje de las andanzas Tres me interesa resaltar. Mi primera conclusión es esperanzadora: la educación también es buena noticia. La segunda, reafirma convicciones: en todas las escuelas hay buenos maestros, en todas las universidades hay gente comprometida, decidida a resolver con imaginación, tenacidad y determinación los problemas en su trabajo profesional, como el aprendizaje de los estudiantes o sus propias prácticas de enseñanza. La tercera: los maestros demandan espacios para ser escuchados, aprender, reconocerse y entusiasmarse.
En las tres universidades autónomas, de Coahuila, Yucatán y San Luis Potosí, encontré muchos colegas, maestros de bachilleratos y facultades, autoridades y directores, convencidos de la urgencia de cambiar, de la necesidad de transformaciones ante dificultades o por la búsqueda de cuotas más altas de calidad. Profesores convencidos y comprometidos.
Lo más enriquecedor fue el contacto personal, la conversación en la sala donde los maestros exponen carteles con sus ponencias y la forma emotiva en que narran sus ideas o proyectos, el involucramiento de los alumnos; me gusta escucharles con atención; mirarles a los ojos, además de las letras e imágenes de las mamparas, preguntar y asentir, esto es, reconocerles el esfuerzo genuino.
Por supuesto, también me gustan las preguntas y comentarios al terminar las conferencias. Una charla que concluye sin ellas es fracaso, pues no concitó diálogo o no resultó interesante. En una ocasión, un ponente antes que yo, terminó y el moderador ni solicitó interrogantes: agradeció y entregó un regalo al conferencista. Advertido, pedí previamente a los organizadores que no me hicieron lo mismo. Es que si uno tuvo 40 minutos o una hora para hablar, los asistentes deben tener tiempo para decir lo que piensan, sus acuerdos o disensos.
Los talleres o cursos son ocasión muy rica en posibilidades de comunicación, donde el coordinador puede aprender más de lo que comparte. Y de eso también tuve oportunidad, con una treintena de profesores de varias regiones coahuilenses, de bachilleratos y facultades, con quienes analicé un tema controvertido y apasionante: la evaluación docente.
Esa experiencia, esto es, el aprendizaje, el contacto personal en una profesión que es sustancialmente humana, es el más reconfortante de los beneficios de compartir tiempos y espacios con colegas de otras geografías y formaciones profesionales.
La educación también es una buena noticia cuando se busca y se promueve, cuando observamos atentos la tarea de los maestros o directores, cuando las autoridades abren los espacios y se instalan como protagonistas quienes deben serlo. Un privilegio de esta profesión a veces agotadora, desgastante, pero siempre estimulante.
Aurora Bustillo
Gracias Juan Carlos ! Felicidades. Concuerdo contigo: la educación es una buena noticia