Hace un mes comenzamos la agenda de presentaciones del libro Cuando enseñamos y aprendimos en casa. La pandemia en las escuelas de Colima, registro de múltiples voces de distintas procedencias y funciones diversas al interior del sistema educativo local.
A la fecha, acumulamos ocho eventos en instituciones educativas, el portal periodístico Educación Futura y en la Secretaría de Educación, donde arrancamos el periplo. Las satisfacciones son inmensas, aunque también hemos tenido penas en el viaje.
Cada una de las sesiones en pantalla, con sus diferencias, por naturaleza de auditorio y comentaristas, estuvo llena de buenos momentos. La última presentación, el sábado anterior, tuvo otras particularidades: fue presencial en el Seminario Diocesano de Colima, ese pequeño oasis al norte del estado, con una asistencia reducida pero muy receptiva y con formato más dialógico.
Comenzamos la mañana con la participación de tres estudiantes, Oscar, Heliodoro y Aldo, quienes leyeron sus opiniones en tonos distintos pero muy interesantes. Luego vino el diálogo con un puñado de preguntas de los estudiantes y del rector, el presbítero José Luis Torres Govea, atento con cuaderno y pluma a la mano.
La jornada, bien planeada por Juan Carlos Meza Romero, fue un encuentro pedagógico espléndido. Reencuentro con los otros, en torno a un fenómeno mundial que interpela de raíz la vocación magisterial y el sacerdocio de los ahí actuantes, pues ambos sufrimos los efectos que nos obligan a cuestionarnos por el sentido de nuestras labores.
Los meses de confinamiento pedagógico han dejado una estela de efectos negativos, unos temporales y otros que podrían ser estructurales, pero también nos han ofrecido posibilidades nuevas, que eludíamos o no habíamos visto, entre otras, para la valoración del diálogo frontal, de mirarnos a la cara al mismo tiempo y encontrarnos con diferencias, pero atados por las misiones, para reconocer que en el acto educativo, sin emoción, la posibilidad del aprendizaje y la buena educación se difuminan.
Oscar García
Un gusto enorme conocerlo y comentar su libro doctor; su obra, conjunto de historias y escritores que se han forjado en estos tiempos de contingencia, entre la oquedad del día y la angustia de la noche.
Le dejo un par de conclusiones más:
Si la educación sólo incerta conocimientos es inherte, la educación debe extraer sueños, emociones, deseos, preguntas y respuestas o respuestas sin preguntas.
En la escuela se tenía una educación de calidad y con calidez; por las pantallas sólo encontramos cierta calidad, pero no nos engañemos, aunque en la pantalla vemos a todos, reímos un poco, saludamos a amigos y maestros, ésta no deja de ser fría.
Pd. Después de la presentación tuve que ir a buscar el significado de “mordaz” en el diccionario.
Saludos, un abrazo.
Juan Carlos Yáñez Velazco
Hola Oscar:
También para mí muy fue grato escucharles, escucharte el comentario. Verás que no es una “mala” palabra esa de mordaz, o no quise usarla en ese sentido, sino como un texto picante, ingenioso.
Gracias por este par de comentarios que me dejas. Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Saludos y abrazos de regreso.