¿Para qué sirve un debate político entre candidatos a dirigir un estado? ¿Qué se proponen los debatientes: exponer proyectos, ganar adeptos, conseguir votos, sumar complicidades corporativas, desnudar a los contrincantes? ¿Todo o parte de eso a la vez? ¿Deben gobernar quienes “ganen” los debates? ¿Si cuatro dicen ganar un debate, quién miente?
Las preguntas me siguen rondando una semana después de observar al debate de los aspirantes a gobernar Colima. El ejercicio deliberativo se estrechó por el formato y volvió complicado el desarrollo de planteamientos claros y explícitos. No lo vimos, por el diseño, pero también porque no existieron proyectos claros e integrales, sino esbozos o apuntes, ideas u ocurrencias, nada más.
En el fondo hay rasgos que emergen cuando baja la marea. Uno de los recurrentes es el mesianismo de algunos candidatos y candidatas, visto en campaña y expuesto en el Teatro Universitario: llegué ya y los salvaré de la servidumbre; soy el iluminado que los guiará con mi experiencia; están así, en el atraso, porque no habían encontrado su faro.
Es detestable esa conducta irrespetuosa hacia la ciudadanía. Paternalismo de derechas e izquierdas que no pretende un desarrollo político más sólido entre la gente; cree que la ciudadanía posee un infantilismo y es incapaz de votar de otras formas. Esa actitud, de derechas e izquierdas, quiere siervos. No es democrática genuinamente.
Otra señal que aprecié en el debate es la falta de diagnósticos precisos y, en consecuencia, de propuestas factibles. Advertidos del formato estreñido que aceptaron, fue notorio que muchas terminaron siendo hilos sueltos. ¿Se puede construir una sociedad sustentable, económicamente poderosa y políticamente justa, a base de programas sociales con tintes clientelares? ¿Se puede desarrollar una economía vigorosa en medio de un concierto de balazos, ejecuciones e inseguridad?
¿Y la pandemia? ¿Juega o no en la economía, la salud y la educación? ¿Y qué harán los gobernantes, sentados un día, frente a esas variables? ¿Tienen claro el diagnóstico? No lo aprecié.
El fondo del debate me deja hondas preocupaciones. No es un debate o unas elecciones lo que se juega; es el presente y el futuro de Colima, y ese requiere visiones claras, equipos profesionales y políticos sensibles. ¿En cuál de los candidatos y candidatas están presentes esos ingredientes?