El fin de semana me enteré de forma insospechada que las primeras escuelas públicas abiertas en el país luego de la pandemia, las de Campeche, se cerraron de nuevo ante el aumento de casos. Al mismo tiempo, se canceló el regreso a las escuelas en Nayarit, programado para hoy lunes.
Así pues, no hay más escuelas abiertas, como esperaba anunciar la SEP y presidencia de la República. No sé si es buena o mala noticia. Es buena porque se toman decisiones para salvaguardar vidas; mala, porque el experimento que representaban las escuelas campechanas no tuvo fortuna. El presidente de la República pidió no exagerar e invitó a que se abran las escuelas, con las precauciones frente a los contagios. La discusión volverá, con nuevos argumentos y datos.
La medida tomada por los gobiernos estatales podría inhibir a otros, que ya estaban decididos a regresar a las aulas. Una cosa parece cierta: cerrar escuelas es tan rechazado, como abrirlas en este momento del calendario escolar.