El martes pasado participé en el Foro Juventudes 2021, organizado por la Subsecretaría de la Juventud del gobierno estatal. Me invitaron para presentar algunas ideas sobre la situación juvenil en Colima y los retos en materia educativa.
La experiencia fue grata, por las preguntas y comentarios de maestras y estudiantes de bachillerato con inquietudes en torno a los asuntos que les importan.
Es el segundo de varios episodios de este Foro. Ignoro el resultado, para qué servirá y si se archivará como uno de los tantos y tantos actos semejantes realizados al principio de una administración, pero desearía que las aportaciones vertidas constituyeran insumos para los análisis que conduzcan al diseño de políticas públicas sólidas y luego, a la distribución de presupuestos generosos para desarrollar un esfuerzo inusitado en la historia de Colima.
A mi juicio, el diseño de una política pública para la juventud requiere cuatro grandes actividades: primero, la elaboración de un diagnóstico estatal y municipal, riguroso y confiable sobre la condición de los jóvenes en distintos ámbitos; después, el diseño de un proyecto o plan sexenal, no aislado de las otras esferas del gobierno; en tercer lugar, una gestión capaz de monitorear avances e introducir cambios donde y cuando corresponda, lo que será posible, en gran medida, con la cuarta tarea: un sistema de información relevante que defina indicadores para la toma de decisiones y la investigación.
De acuerdo con los datos del último censo, en el estado hay 120 mil personas entre 15 y 24 años; una sexta parte de la población. Sobre miles de ellos ronda un fantasma: que por primera vez en la historia no puedan vivir mejor que sus padres.
La urgencia de su atención con una estrategia novedosa y no sólo asistencial, basada en becas sin otros componentes, es insuficiente.
Pronto veremos en qué dirección caminarán los esfuerzos de la administración estatal en este punto donde se cruzan presente y futuro.