Cuaderno 2023

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Este lunes, según anunció la cuenta de X/Twitter de la Secretaría de Educación y Cultura estatal, la gobernadora colimense dio la bienvenida a “más de 117 mil alumnas y alumnos” y a 7,700 maestros de “todos los niveles de educación básica”.

¡Bienvenidos, por supuesto! Que sea un año escolar repleto de aprendizajes y satisfacciones, para ambos sectores que habrán de enfrentar un ciclo en contexto de incertidumbres por la reforma curricular y el cambio en los libros de texto gratuitos.

Después de las buenas intenciones, un poco de análisis numérico.

Si en este ciclo escolar hay más de 117,000 estudiantes, tenemos razones fundadas para la preocupación. Para la exigencia. Incluso, para la indignación. Para no instalar entre nosotros indiferencia o cinismo.

Según el documento oficial de la Secretaría de Educación Pública llamado “Principales cifras del Sistema Educativo Nacional”, en el ciclo 2019-2020 hubo en Colima 139,995 estudiantes. O sea, en cuatro años lectivos perdimos, en números cerrados, 22,000 estudiantes.

¿Es motivo de alarma? Sin duda: estamos hablando del 15 % de la matrícula en el ciclo escolar previo a la pandemia.

¿Qué pasó con esa cantidad de alumnos que representa a casi toda la matrícula de educación preescolar en 2019-2020?

Según los documentos oficiales de la SEP, la disminución fue paulatina. Pero no se advirtió o no se hizo nada, o lo hecho, fue improductivo. El resultado da lo mismo.

Para el ciclo 2020-201, la matrícula disminuyó a 135,289. En el 2021-2022, disminuyó a 133,003. La fuente consultada no tiene datos del ciclo más reciente.

¿Puede ser nada más que un problema de estadística, de ajustes y precisiones?

La matrícula anunciada hoy podría explicarse parcialmente por ello, pero es inocultable que la población escolar en Colima se recortó dramáticamente. La fuente de datos de la SEP es la entidad.

En resumen, dos cuestiones inquietan, preocupan, indignan (cada cual elija su adjetivo): las cifras dolorosas por la expulsión de estudiantes y la indolencia o ineptitud de un gobierno que no está logrando concretar el derecho clave de la educación.

Con estas cifras, no existe el bienestar para todos, ni una sociedad democrática o equitativa. No hay justicia social. Se profundiza la desigualdad.

Que antes también había problemas, es cierto, pero los que gobiernan ahora prometieron resolverlos y llevarnos casi al paraíso. Su examen, por ahora, está suspendido.

 

 

 

 

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