Hoy se presenta en el Teatro Hidalgo el libro colectivo Colima: el latido de sus años. La hora es inusual; el escenario, espléndido, en el marco de la conmemoración de los 500 años de fundación de la Villa de Colima.
No tengo un medidor de trascendencia de las actividades conmemorativas de la fecha, ni falta que me hace, pero la de hoy, no dudo, está entre las más elevadas por varios motivos, entre ellos, la concepción del proyecto, la conjunción de talentos de más de cien autores, las vicisitudes para hacerlo factible, la edición a cargo de Miguel Uribe Clarín y Puertabierta Editores, así como la coordinación de Irma López Razgado y del maestro José Miguel Romero de Solis.
Solo he visto algunas partes del libro. Me basta para afimar que será de colección. Una obra a la altura del momento histórico, que desde el título revela la inspiración originaria.
Del índice extenso conozco a gran parte de los autores de textos y otras aportaciones artísticas; muchos tienen mi afecto y admiración.
Por distintas razones ser parte del proyecto con un par de brevísimos capítulos me honra y halaga. La primera invitación, de Irma López Razgado, para escribir sobre la educación colimense en este siglo XXI me sorprendió. La segunda, de Salvador Silva Padilla, artífice también, me desafió para escribir sobre la Universidad de Colima en poco más de cien horas.
Muchas felicidades a las instituciones que lo hicieron posible, que lo alentaron y entienden que la prueba de la coherencia es la única que concede méritos. Los discursos ocasionales y parafernalia son pirotecnia. Esta obra perdurará.
Mis felicitaciones a las personas que encabezaron este objetivo, especialmente a los nombres que dieron la cara e invirtieron cientos de horas para que estos 500 años leguen a las generaciones futuras testimonios de lo que somos, hicimos y pudimos lograr para sentirnos orgullosos de este Colima nuestro.