La docencia es una profesión de desgaste físico y emocional enorme. Lo sabemos. Dedicar 180 o 190 días al año a una rutina de varias horas por jornada, en uno o dos turnos, con uno o varios grupos y docenas o centenas de alumnos, en una o más materias, no lo dibujan como el oficio campeón de lo confortable.
No caben generalizaciones, por supuesto. Habrá quienes puedan cumplir un rol docente en condiciones privilegiadas, pero muchos, miles de maestros en nuestros países latinoamericanos desempeñan la tarea docente en situaciones materiales y pedagógicas precarias, contextos vulnerables y familias empobrecidas.
El cóctel puede ser más explosivo en un país como México, donde se suma a la mezcla entornos violentos, grupos omnipresentes de delincuencia organizada, o desorganizada, pero igualmente letal para el tejido comunitario, así como la crispación social a que conducen gobiernos ineptos.
En ese panorama, cuya descripción pormenorizada alargaría en exceso los límites de esta colaboración, la pausa en las labores docentes es una estación anhelada por profesores y estudiantes. En ese punto estamos ahora, cuando escribo estos párrafos.
En España comenzaron los periodos vacacionales en el sistema escolar, mientras en México, los niños de educación básica enfilan hacia la conclusión del curso.
La culminación de un ciclo escolar y el inicio de vacaciones estudiantiles y docentes es propicia para reflexiones en distintos ámbitos. ¿Cómo la viven unos y otros? ¿Qué significará, para cada uno, la parada en la autopista escolar?
Vacaciones y licencia para trabajar
En el mundo idílico, las vacaciones son un período infantil reconfortante. Después de meses de estudio y actividades académicas, llega el momento del descanso prolongado; de inyectar energías y disfrutar tiempos libres.
Pero los niños viven condiciones heterogéneas. Unos tienen la posibilidad de viajar y explorar lugares nuevos, mientras muchos otros se quedan en casa, por elección o imposibilidad.
Para los niños que hacen efectivo el derecho al ocio, es tiempo de desahogo y bienestar emocional, de escaparse del estrés y las faenas escolares. Al desconectarse de las rutinas y responsabilidades, tienen la oportunidad de relajarse, jugar y encontrar intereses distintos que ensanchen perspectivas. Las vacaciones contribuyen a reducir ansiedad y agotamiento, favoreciendo el equilibrio emocional para su desarrollo.
Para esos milones de niños es tiempo de otros aprendizajes, como en habilidades no académicas, actividades recreativas, deportivas, artísticas o culturales, que estimulan creatividad, imaginación y lazos sociales. Estas experiencias les permiten aprender de forma autónoma, experimentar, tomar decisiones y enfrentar desafíos, fortaleciendo confianza y autoestima.
No es la realidad de todos los infantes. Preciso. Para algunos el periodo de receso escolar es el del aprendizaje de otras responsabilidades, como el apoyo económico a la familia. De laborar en el campo, en el oficio del padre o madre, en cualquier sitio, pero casi siempre fuera de los marcos legales y sujetos, con frecuencia, a explotación. Para ellos, los horarios escolares terminaron; empieza la jornada laboral.
Las vacaciones pueden ser un curso apresurado de lo que espera a esos niños y niñas, hijos de familias pobres y sin escolarización. Una pausa en los aprendizajes, que puede ser el salto hacia la vida adulta prematura. Preámbulo de la vida por venir.
¿Qué hace la escuela cuando estos niños vuelven a las aulas?
¿Y los maestros?
Para los maestros los periodos de asueto pueden ser momentos de divertimento, de olvido de responsabilidades, de crecimiento profesional y desarrollo personal. Aunque también en este sector las condiciones se diversifican.
Para los profesores, sujetos siempre a los vaivenes de las políticas reformistas, las vacaciones pueden ser oasis.
En un entorno donde las autoridades educativas impulsan decisiones en sentidos inciertos, los maestros se ven obligados a adaptarse a nuevos enfoques, programas de estudio o políticas. Esta incertidumbre y los cambios frecuentes pueden generar estrés y ansiedad, ya que los docentes enfrentan la presión de implementar cambios sin una visión clara de resultados o beneficios. Las vacaciones brindan un respiro necesario para procesar y reflexionar estos cambios.
En un medio social crispado, con discrepancias y tensiones en torno a la educación y las políticas educativas, los maestros encaran situaciones difíciles. Pueden encontrarse en medio de debates polarizados o críticas constantes, lo que afecta su bienestar emocional y motivación profesional. Los descansos de verano ofrecen oportunidades para desconectarse y fortalecer su resiliencia para los desafíos del siguiente periodo lectivo.
Durante las vacaciones, los maestros pueden aprovechar el tiempo libre para participar en cursos de actualización, talleres o conferencias, o con programas de autoestudio. También aparecen momentos de reflexión. Esos lapsos brindan a los maestros el espacio para analizar su práctica docente y evaluar aspectos mejorables. Les permite planificar lecciones y actividades, establecer metas y objetivos o diseñar estrategias nuevas. Las bondades pueden ser considerables.
Los maestros necesitan tiempo para cultivar intereses y pasatiempos fuera del ámbito pedagógico. Las vacaciones brindan la oportunidad de dedicarse a actividades que les apasionan, como leer, practicar deportes, viajar o sólo relajarse. Estos momentos de disfrute personal y familiar contribuyen a su bienestar general y los ayudan a mantener equilibrios entre sus vidas profesional y personal.
En conclusión, las vacaciones se vuelven aún más esenciales para los maestros en contextos estresantes, con autoridades que impulsan decisiones en sentidos contradictorios y en un medio social irritado. Estos retos adicionales aumentan la necesidad de descanso y reflexión para los educadores, para desconectarse y escapar, aunque sea por momentos, a la sociedad del cansancio, descrita por Byung-Chul Han.
¿Qué hace la escuela cuando los maestros vuelvan a ella? ¿Los revitaliza o les recuerda la cima que deben ascender durante los próximos diez meses?
*Publicado en El Diario de la Educación. Julio 26 de 2023.